Cinco playas para disfrutar de la Costa Blanca

Imagínense estar tumbados en la hamaca y contemplar como una enorme roca delimita el arenal donde se encuentran. Sin duda alguna, es el Peñón de Ifach, símbolo de Calpe y de su Fossa. Esta playa, al igual que el resto de arenales de la Costa Blanca, está cubierto bajo una fina arena. Sus aguas, cristalinas, son unas de las favoritas por los vecinos de las localidades cercanas.

Junto al paseo marítimo que bordea la playa se pueden encontrar varios bares y restaurantes, además de heladerías, pubs y todo tipo de tiendas, para tomar un buen refresco y reponer fuerzas tras una larga jornada de playa. Durante el verano, el arenal cuenta con una zona adaptada a personas con movilidad reducida.

Tierra de piratas y aguas declaradas Reserva Marina del Mediterráneo hacen de la isla de Tabarca una de las más especiales del país. Con una longitud de 200 metros por 20 de ancho, sus playas son un atractivo para muchos turistas llegando a registrar hasta 3.000 visitas diarias. Se puede acceder en barco desde los puertos de Santa Pola, Guardamar, Torrevieja y Alicante.

Las aguas de la isla son cristalinas y su flora y fauna apenas se ha visto alterada. Poblada desde el siglo XVIII, cuenta la leyenda que sus costas albergaron un refugio de piratas berberiscos.

La caleta de Villajoyosa hace honor a su propio nombre. Su arenal de 160 metros por 30 de ancho oculta bajo los acantilados la hace muy especial. La playa está llena de pequeñas piedras que aportan un toque diferente, especialmente para el que no tenga buen gusto por la arena.

No es fácil llegar hasta la playa, y eso que cerca hay un hotel. Lo mejor es poner la dirección en el GPS y aparcar cuando finalice el asfalto. El paisaje y las aguas cristalinas harán olvidar las complicaciones para llegar a la caleta.

Compuesta básicamente por arena dorada. Su extensión es de 900 metros y el nivel medio de ocupación es alto, entre otras cosas por su situación, cerca de Santa Pola. La playa está protegida, aislada, sin paseo marítimo, lo que proporciona una mayor sensación de descubrimiento. Destaca por tener una zona nudista y por su entorno natural de gran valor ecológico, rodeada de dunas. Sus usarios dicen venir hasta aquí, aunque haya que coger el coche, por el agua cristalina y por la temperatura del agua, más fresca de lo habitual en otras zonas del Mediterráneo.

El Carabassí dispone de un gran parking para poder acceder con el coche. Además del servicio de socorrismo cuenta con un chiringuito playero, zona de alquiler de hamacas... y hasta baños públicos.

Pero como ocurre en otros casoss, las calas más maravillosas tienen su dificultad en los accesos. Afortunadamente, la zona cuenta con un parking donde se puede aparcar el vehículo. A partir de ahí, el bañista deberá iniciar una ruta de senderismo hasta llegar al arenal. Para los que desistan, a mano izquierda está la gran Granadella. Casi el triple de grande que su hermana pequeña.