Playa, río, paisajes, paseos... Cinco puntos para disfrutar de la naturaleza en Euskadi

Alpinista con mayúsculas, conoce cimas más altas pero responde a este reclamo con una ruta accesible. «Propongo ascender a la cumbre de Ezkumin (915 m.) desde el barrio de Bargondia, en Dima. Dos horitas de pateo». Atrás deja su lista personal de incursiones, incluido el techo del mundo, el Everest en 2008. Juanra Madariaga (Bilbao, 1962) se centra en Bizkaia para guiarnos. «Después de pasar Bargondia, llegas a la ermita de San Lorenzo, cerca de Baltzola, donde dejar el vehículo. Desde ahí una cómoda pista lleva hasta el collado de Olarreta. Carteles marcan la ruta hacia Urkiola. Tomando esa pista, que poco a poco aumenta en pendiente, llegas a las campas de Izostegi. Delante se encuentra la depresión de Eskuagatx y a nuestra derecha veremos ya la cumbre cercana».

Toca deleitarse. «El lugar es precioso. Campas verdes, con una pequeña chabola que resguarda de la lluvia y un solitario pinar rodean el entorno. Los últimos pasos se cubren sobre suelo más incómodo por el paraje kárstico de la cumbre, pero corto y sin problemas. Cerca se puede visitar una antigua nevera. Desde la cumbre el paisaje es increíble, más con día luminoso. Gorbeia a la izquierda, Mugarra y Leungane a la derecha, Errialtabaso a la espalda. De frente casi toda Arratia se alarga hasta Bilbao».

Puedes llevar un libro para leer. Juanra –quien confiesa «a veces me gustaría ser más alpinista que escritor, pero la pandemia no me deja, por tanto ahora soy más escritor» –, lo hizo en su ascensión al Shisha Pangma en 2010. Terminó en la cima 'SPrako tranbia', de Unai Elorriaga, «fue muy emocionante», admite. Viajaba, por tanto, acompañado del inolvidable Lucas, anciano que desde los extravíos de su mente añora coronar las montañas más altas de Himalaya.

«Acudo mucho a Ezkumin a pasear. De vez en cuando suelo ir corriendo porque se presta a entrenar. Es una cima solitaria, pocas veces encuentras gente. Puedes cruzarte con algún corzo y sobre las cabezas, los buitres se elevan en ascendentes circulares». Un encuentro fantástico.

Nació en Bilbao y el Bilbao Basket es su casa. En este equipo compitió Javi Salgado (Bilbao, 1980) como base y en él ejerce ahora de entrenador ayudante. Experto en la ACB, colabora en este reportaje para desvelar el ABC de los mejores rincones donde practicar deporte. Escoge dos cercanos. «La verdad es que el sitio en el que más tiempo paso ahora para hacer deporte es el parque de Bekosolo, en Etxebarri. Suelo ir con mis hijos, Nerea e Iker, porque te da la posibilidad de jugar a basket y está muy cerca de mi casa», explica. Invita no solo al baloncesto. «Puedes jugar a fútbol, pasear o correr y tiene pistas para skate o patines. Todo rodeado de árboles y zonas verdes», añade. Necesitamos ese tono, tanto asfalto gris está anulando la paleta de colores.

Confiesa que además le gusta salir a andar con la familia, con los críos y su mujer Olaia. «El Ganguren es un ascenso cómodo que puedes hacer para disfrutar de la naturaleza y las vistas. Desde Etxebarri seguimos por San Antonio y luego tiramos hacia el Vivero». Salgado forma parte de la legión de vizcaínos que agradecen a la provincia el abrazo de unos montes que, en estas circunstancias, ensanchan fronteras.

Lleva unos diez años entrenando por su cuenta, seis desde que empezó a hacerlo con Martín Fiz. Hace tres Elena Loyo (Vitoria, 1983) dio el salto como deportista internacional, así que conoce bien las fases para pasar de popular a profesional. A los aficionados a las carreras recomienda «sin dudar» la zona del Parque Natural del Gorbeia desde Sarria o incluso Murgia. «Hay un buen tramo hasta el Parketxe primero y luego desde allí a la senda que transcurre junto al río Baias, que sube hacia el Gorbea. Salvo una cuesta más fuerte, subes y bajas cómodamente en un recorrido bastante llano. El piso está arreglado y puedes ir con zapatillas de correr normales».

Cada cual escoge cuándo dar media vuelta, pero desde Murgia cubre un máximo de 17 kilómetros. Aunque ella varía bastante de recorrido durante la semana, este lo usa para evitar el asfalto. «Descansa las articulaciones porque es un camino de grava, más amable con rodillas y tobillos. Invita a desconectar del estrés y bullicio de la ciudad, es una zona natural con el río, muy recomendable para entrenar, casi se te olvida que lo haces. Disfrutas de los kilómetros mientras observas el entorno», finaliza.

Se retiró en 2018 pero sigue vinculado al ciclismo de diversas maneras, entre otras como impulsor de la escuela ciclista Galdakao Txirrindulari Elkarte Gela. Embajador de su pueblo, por él se decide. «¿Qué voy a recomendar? Es un puerto donde he entrenado mucho y usan ahora mis chavales. Un paraíso para mountain bike o por carretera. Bien desde Galdakao subiendo por pistas al Vivero o en coche hasta el parking, según el nivel de cada uno. La idea es buscar allí pistas cómodas, llanas, que cruzan el lugar».

Igor Antón (Galdakao, 1983) invita a elegir sendas con mayor nivel técnico si quieres rizar el rizo. «Por carretera, desde allí puedes tirar hacia Artxanda, tomar un cafecito o una cervecita con vistas a la capital del mundo, Bilbao. Llegar hasta Enekuri y regresar al Vivero, unos diez kilómetros de ida y diez de vuelta. Con más ganas puedes subir por Lezama al Vivero, es una carretera de poco tráfico, para moverte por arriba, una gozada».

Declara al lugar su «puerto fetiche». Allí emprendió la fuga que le permitió ganar en 2011 la etapa 19 de la Vuelta Ciclista a España, que regresaba a Euskadi después de 33 años. «La subida de Bengoetxe es durísima, un reto. ¡Un subidón! También se puede ir desde El Gallo, en la carretera que va para Usansolo. Lo más cómodo: desde Enekuri, aparcando allí, pedaleas hasta el final del Vivero y regresas picando para abajo. Y desde Bilbao se puede ascender en el funicular. Hay muchas opciones».

Confiesa adorar la panorámica desde el buzón del Ganguren. «Ves el Gorbea y la zona de Peña Angulo en días despejados, Pagasarri, Serantes, el mar y el aeropuerto de Loiu. ¡Insuperable! Es precioso para contemplar el atardecer. Yo he subido en mountain bike con focos y es un espectáculo ver las luces de pueblos y Bilbao. Un verdadero balcón».

Atiende nuestra llamada desde El Salvador, donde entrena para el preolímpico de junio. Aunque nacida en Getxo en 1992 –caprichos del destino en pleno año olímpico–, Garazi Sánchez escoge Laga para animar a practicar surf a los recién llegados. «Es uno de los sitios más especiales de Bizkaia, tanto por su olas como por lo bonita y especial que es la playa. Yo empecé allí, mis padres escalaban en Ogoño y pasábamos los fines de semana en la zona. Hay olas muy dulces, fáciles. A nivel visual, en cuanto a naturaleza, es perfecta», defiende.

Su idilio con el mar arrancó a los siete años, aunque confiesa que como profesional ha conseguido vivir de él desde 2018. «Los recuerdos de mi infancia tienen mucho que ver con Laga. Los viernes mi aita y mi ama venían a buscarnos a la ikastola y dormíamos en la furgoneta. Ellos hacían kayak-surf y visitaban Izaro en piragua, mientras que mi hermano y yo empezamos a hacer boogie en la orilla. Poco a poco nos fuimos poniendo de pie, diciendo en casa que queríamos surfear. Y hasta el día de hoy».

Envía varias fotos que dan fe de lo que cuenta. Una de cría en la arena, tapada por la toalla. Otra escalando con su padre. Las preguntas despiertan recuerdos, pero regresa al presente. «La mejor parte para el surf es la derecha, hay un canal en el que la corriente de las olas te lleva hacia el pico y eso es muy interesante porque se genera un banco de arena donde la ola se surfea mejor». Ahora solo queda probarlo.