Una cascada de cuento al norte de Burgos
Pedrosa de Tobalina ·
En periodos de altas temperaturas como el actual, este salto de agua se convierte en un buen remedio contra el calorPedrosa de Tobalina tiene apenas cien habitantes, pero una naturaleza desbordante. Esta pequeña localidad de Las Merindades, cerca de Trespaderne y Medina de Pomar, guarda ... una de las cascadas más bellas del país. Reclamo para muchos visitantes de la zona y, cada vez más, para turistas atraídos por las fotografías que muchos viajeros cuelgan en las redes sociales. Porque el agua de color turquesa que en esta zona ofrece el río Jedea, afluente del Ebro, no dejan indiferente a nadie. Y si el termómetro aprieta como lo ha hecho en las últimas semanas, lo más habitual es ver a lugareños y gentes venidas de cualquier parte dándose un chapuzón. Ojo, no obstante. El baño requiere de ciertas precauciones porque se han dado casos de varios ahogados por no tomar las precauciones adecuadas. También hay que tener en cuenta que en enero pasado un desprendimiento se llevó un talud cercano a la cascada.
En todo caso, Tobalina, alejada del bullicio de las grandes ciudades y del turismo masificado, ofrece a los visitantes una experiencia relajante y a los más urbanitas les permite conocer la vida rural en su máxima esencia. Porque en este punto de Burgos el tiempo parece haberse detenido. Y la cascada de Pedrosa es la guinda de este pastel, con sus más de 20 metros de altura y cien de longitud. El plan perfecto para una escapada romántica o para pasar el día con la familia. El sonido del agua choca contra las piedras y se mezcla con el trinar de los pájaros, lo que da lugar a una sinfonía natural que invita al descanso y a dejarse llevar.
La zona está, además, rodeada de senderos que permiten a los más andarines recorrer bosques de robles y hayas. Muchas de ellas, con la ruta bien marcada, son accesibles para cualquier tipo de senderista.

El Valle de Tobalina buye durante el verano de actividad por la presencia de muchos visitantes que retornan a sus pueblos de origen. De ahí que los municiopios de esta comarca organicen en estas semanas múltiples actividades y festejos. Sólo por poner un ejemplo este sábado hay teatro infantil en la Plaza Mayor de Quintana Martín Galíndez y en los dos próximos fines de semana se suceden las fiestas de La Orden y de San Martín de Don, como se puede ver en la página oficial del Valle de Tobalina.
De ahí que acudir a esta zona se convierte en una buena oportunidad para visitar otros municipios cercanos. Gran parte del valle se encuentra en el Parque Natural de Montes Obarenes donde destaca el desfiladero y embalse de Sobrón, creado por el río Ebro a su paso por las sierras de Arcena y Pancorbo. También merece un calmado paseo Herrán, un pueblo medieval, junto al desfiladero que tras siglos y siglos de acción ha pulido el río Purón. Sus estrechas calles desplegadas entorno a la iglesia dedicada a Santa Águeda permiten descubrir torres y casas solariegas de los siglos XVII y XVIII. Se cree que éste es uno de los núcleos poblacionales más antiguos del valle. Se han encontrado restos romanos y de la Edad de Hierro.
Si se dispone de tiempo siempre se puede acabar en Frías, la ciudad más pequeña de España, con un castillo de postal que hace equilibrios en la escarpadura. De los 6.000 habitantes que llegó a tener en su momento de mayor esplendor, apenas resisten 267. Desde el puente fortificado que sobrevuela el Ebro y por donde en épocas pasadas discurría una calzada que aseguraba el comercio entre la Meseta y el Cantábrico, se observa el perfil de este enclave roqueño levantado por el rey Alfonso VIII hace doce siglos y a cuyos vecinos no tardó en colmar de privilegios. Ahora, su visita evoca otras épocas, cuando vivir en la Frontera significaba, literalmente, jugarse la vida.
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