Los mejores planes culturales para este fin de semana

Muchos nos hemos sentido más cerca que nunca de los actores, de todos los que hacen posible una función, desde que volvimos a las salas con mascarilla tras varios meses de añoranza. Allí hemos vivido algunos de los mejores momentos de un año para olvidar. 'El viaje a ninguna parte' rinde homenaje a la profesión con la mirada y el lenguaje de Fernando Fernán Gómez, «un cómico, hijo de cómicos, criado entre cómicos. Sabe de qué habla y cómo habla», recuerda el director de la obra, Ramón Barea.

La coproducción del Arriaga y el centro cultural Fernán Gómez se basa en la adaptación realizada por Ignacio del Moral de una novela que se llevó al cine con guion y dirección del propio autor. La familia Galván es una compañía ambulante que va y viene con todo su oficio en las maletas por la España de la posguerra. El escenario ha cambiado desde entonces pero la precariedad y la incertidumbre siguen ahí, como nos recordó de forma brutal el coronavirus.

«'El viaje a ninguna parte' se ha convertido en una metáfora permanente de este arte del teatro que renace en cada función, única e irrepetible», dice Barea, que además de dirigir interpreta al abuelo Galván, fundador de la saga. Itziar Lazkano, Patxo Telleria, Mikel Losada, Irene Bau, Olatz Ganboa, Diego Pérez y Adrián García de los Ojos, autor también de la música, dan vida al resto de la familia en este clásico cercano. Se han cuidado todos los detalles para ser fiel a la esencia de la obra. Jose Ibarrola ha creado un espacio escénico que refleja esa vida ambulante y el vestuario ha sido diseñado por Betitxe Saitua, cada vez más presente, que ha firmado también el de 'Madre coraje', 'Ubú, rey de las finanzas' y otras producciones.

'La mejor madre del mundo', adaptación de la novela de Nuria Labari realizada y dirigida por Juana Lor, llega a su casa, Pabellón 6, tras estrenarse en el Arriaga, que colaboró en la producción, con buenas críticas. Su historia es la de una madre contemporánea que se retrata a sí misma, una mujer que además de tener hijos y trabajar fuera de casa tiene una vena artística que le reclama tiempo y espacio propio. Combina situaciones cotidianas y momentos poéticos para contar «con mucho humor, ironía, profundidad y ternura» las preguntas y las contradicciones a las que se enfrenta esta madre. Situaciones a las que saca chispas con su vis cómica un reparto compuesto por Leire Ucha, Haizea Águila, Karmele Larrinaga, Eneritz García e Iñaki Maruri.

La Compañía Joven de Pabellón 6 recupera estos días su tercera producción propia, 'Mi último baile', que lleva a escena la vida de las hermanas Mirabal, Las Mariposas, asesinadas el 25 de noviembre de 1960. En su memoria se conmemora en esa fecha el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La obra, fruto de una dramaturgia colectiva, añade ficción y canciones a la historia real de las hermanas dominicanas que se enfrentaron a la dictadura de Trujillo. Dibuja a sus protagonistas con matices, cada una se rebela desde su propio carácter, y añade otros personajes. El reparto está formado por Nahikari Rodríguez, Sara Barroeta/Nerea Elizalde, Grace Dóniz, Tania Fornieles, Sandra Tejero, Unai Elizalde, Pelayo Serrano/Aitor Echarte Merino, Kepa Alesso y Yeray Vázquez.

Las programaciones de las entidades musicales han dejado de ser inamovibles. La pandemia ha cancelado más conciertos que una guerra (es literal) pero también se han aprovechado algunas oportunidades. Por ejemplo: que la Sinfónica de Bilbao se queda con varias semanas desocupadas al cancelarse las funciones de la ABAO en las que iba a participar, pues es el momento para organizar algunos conciertos extraordinarios. Dos de ellos tendrán lugar en los próximos días.

El primero será este mismo viernes y está organizado de manera conjunta con la Sociedad Filarmónica, en cuya sala actuará la BOS. El programa es curioso, por lo infrecuente de las piezas, que no de los autores. Con una excepción: la de Wilhelm Friedemann Bach, con la que se abre el concierto. Estamos ante el segundo de los veinte hijos del genio de Eisenach. Varios de ellos siguieron la tradición familiar y desde luego no es Wilhelm el más brillante (ese papel le corresponde a Carl Philipp Emanuel o a Johann Christian) aunque firmó un catálogo interesante y tuvo un éxito notable en su tiempo.

Tras el hijo, el padre. Concretamente su Concierto para oboe y violín, que es una reconstrucción que pretende recuperar el original del concierto para dos claves BWV 1060. De cierre, dos sinfonías de Mendelssohn. Pero dos sinfonías de cuerdas, de la colección de trece que escribió entre los 12 y los 14 años, que estrenaba en su casa, para los amigos de la familia, gracias a la orquesta que contrataba su padre para que el joven genio pudiera probar su música.

Un concierto, en definitiva, de obras infrecuentes firmadas por apellidos ilustres.

El segundo concierto extraordinario es un paseo del Romanticismo al Nacionalismo. Un paseo que se inicia en Schubert y una de sus piezas más conocidas (la obertura 'Rosamunda') y termina en una partitura menos célebre pero de una singular belleza: las 'Danzas de Galanta' de Kodaly. Hay algo más de un siglo entre la fecha de composición de la obertura y las danzas del músico húngaro, que utilizó materiales procedentes del folclore que había conocido en su niñez. En medio, una de esas piezas emblemáticas: el Concierto para piano y orquesta Nº 1 de Chaikovski, caballo de batalla de todos los solistas del instrumento, partitura arrebatada, enloquecida por momentos y de gran lirismo en otros, que cuenta con unos compases iniciales muy célebres. Casi tanto como los de la Quinta de Beethoven.

Si el concierto de la BOS en la Filarmónica es un homenaje a la ligereza barroca y clásica, este del Euskalduna es una inmersión en la fuerza y la pasión.

Parece suficientemente documentado. Durante un viaje para ver a su familia, acompañado por su esposa Constance (se habían casado un año antes), Mozart hizo una parada en Linz. Algunos prohombres de la ciudad invitaron al músico, que estrictamente estaba algo así como de vacaciones, a dar un concierto cuatro días más tarde. Como no llevaba consigo ninguna partitura decidió escribir una sinfonía. El 4 de noviembre de 1783 estrenó su sinfonía Nº 36, titulada 'Linz' y desde entonces una de las más populares. ¿Qué otro compositor habría podido asumir un reto –encima, autoimpuesto– semejante?

Es la obra que abre el segundo programa del concierto de Euskadiko Orkestra de este sábado. En el primero de los mismos, otra sinfonía de Mozart: la Nº 41 'Júpiter', la última de su catálogo.

Ambos programas se completan con dos sinfonías de Sibelius, que corresponden a la fase de transición entre el uso de un lenguaje romántico hasta otro más austero y personal. Se trata de dos obras no demasiado conocidas por los aficionados (no lo son en general las sinfonías, sobre todo si se compara con otras obras del mismo autor), que combinan muy bien con sendas partituras, esas muy conocidas, del salzburgués.

Javier Camarena está en posesión de varios récords relativos a cantar bises antes de los descansos, vender entradas para los recitales incluso para sillas sobre el escenario o recibir larguísimos aplausos. Pero eso no es lo importante en un cantante. O no es lo más importante. Lo verdaderamente crucial es su capacidad de comunicación con el público. Y el tenor mexicano, nacido en Xalapa, estado de Veracruz, en 1976 (es algo más joven que Juan Diego Flórez y Jonas Kaufmann, por tanto), la tiene en grandes magnitudes.

Camarena ha vuelto a los escenarios después de un parón en el que coincidieron el coronavirus y un problema vocal que le fue diagnosticado el pasado otoño y del que ya se ha recuperado por completo. Llega al Arriaga con un programa que se adentra en uno de sus autores fetiche: Donizetti. Porque Camarena es un experto belcantista, y ahí el italiano es el rey en cuanto a compositores.

El recital que dará en el Teatro Arriaga el día 21, acompañado por el pianista Ángel Rodríguez, es una de las grandes citas del primer semestre en Bilbao en lo relativo a la música. Cuando debutó en la capital vizcaína, en una actuación organizada por la ABAO, el público –que llenaba el Euskalduna– le aplaudió puesto en pie durante diez minutos. Una ovación que los responsables de la entidad calificaron como «lo nunca visto» por aquí. Pues aquí está de nuevo Javier Camarena.

El tenor Andoni Martínez Barañano (Algorta, 1970) ofrece este sábado un recital en el Euskalduna, con el pianista Mario Lerena y el refuerzo en tres piezas del trikitilari Xabi Aburruzaga. Estaba previsto para noviembre, así que bienvenido sea. El público tendrá ocasión de escuchar el contenido de 'Desde mi balcón a tu corazón', el CD con 12 de los 55 temas que cantó a los cuatro vientos durante el confinamiento en Algorta. Lo hacía poco después de los aplausos al personal sanitario. Era su manera de animar a la gente, de crear un ambiente propicio a la solidaridad. Un objetivo que también busca el disco, ya que la recaudación se destinará a los programas de ayuda a mujeres en riesgo de exclusión social de Cáritas Bizkaia.

El disco dura poco más de 30 minutos y se ha vendido muy bien. Hasta el punto de que ya no quedan ejemplares. Seguramente saldrá una segunda edición y, por lo demás, está disponible en plataformas digitales como Spotify. Es un registro que incluye piezas muy variadas, desde napolitanas ('Core'ngrato') a canciones latinoamericanas ('Amapola') y zortzikos ('Maitechu mía'), sin olvidar arias de vértigo como 'Nessun dorma' y un 'Ave Maria' muy inspirado compuesto por el tenor Alberto Núñez.

La selección también depara sorpresas, como 'Ezin ahaztu', que grabó Luis Mariano en su último disco, allá por 1968. Es una pieza cargada de melancolía y ternura, que evoca el amor materno. El astro de Irún la cantaba como nadie y Martínez Barañano le hace justicia. La pandemia del coronavirus no le ha quitado energía. Proyectos no le faltan. Nessun dorma!

Dos coreógrafos internacionales trabajando sobre historias muy actuales componen el programa de la compañía Dantzaz para este sábado en el Teatro Barakaldo, que lleva años ofreciendo una programación estable de esta disciplina y apoyando a artistas locales. Martin Harriague se basa en la obertura de la primera ópera de Juan Crisóstomo de Arriaga para exponer cómo vivimos –con prisas, sometidos a cien mil estímulos, expectativas y citas, casi con cronómetro en mano– en 'Esclavos felices', mientras que en 'Walls' nos invita a reflexionar sobre los muros, que pueden ser de muchos tipos... pero que siempre impiden que fluyamos, que seamos del todo libres. En ambas piezas recurre al humor. Y Sade Mamedova, en 'Thirty', une las migraciones humanas y la identidad con la abstracción de Kandinsky en una propuesta muy diferente.

Hay danza flamenca también este fin de semana –sábado y domingo, así que se puede incluso acudir a ambas–; es en La fundición y con el último Premio Max al Mejor Intérprete Masculino de Danza, Marco Flores. Viene acompañado de uno de los referentes en música clásica española y flamenco, el guitarrista José Almarcha. No es raro que él sea el artista convocado a 'Milonga, sonata y plata', ya que se trata aquí de establecer un diálogo entre danza y música que trae a escena la obra de intelectuales, literatos y artistas del primer tercio del siglo XX.

La cita con Ismael Iglesias es ineludible. Como su nombre indica, 'Anormal' no es una exposición convencional, una propuesta que se contempla sin mayor esfuerzo, se disfruta y olvida. El artista dice que esta muestra es como una vida, llena de citas y hechos, de estímulos que te conducen de una a otra parte, e, incluso, a veces, perturban y desorientan. La disposición de las numerosas obras exhibidas puede provocar estupor, pero también estimularnos y sugerirnos numerosos viajes de ida y vuelta.

El espacio de la galería ha sido invadido por piezas de diversas series y épocas de un autor sumamente fértil. Los lienzos y objetos cubren las paredes y llenan el suelo, lo que dificulta la entrada, pero, al mismo tiempo, nos invita a llevar a cabo nuestro propio itinerario y hacer lecturas muy personales, asociaciones de ideas y hallar múltiples alusiones a la historia del arte. Los recorridos son subjetivos, pero, entre otras ideas, podemos encontrar un arco entre la arquitectura barroca y el expresionismo abstracto, referencias a Gerhardt Richter o Caravaggio, vídeos en loop que varían progresivamente, un universo de formas de variopintas como si se tratara del fruto anárquico de un puñado de artistas.

La exposición de Iglesias es una invitación a contemplar el arte sin reparos, buscando nuestro lugar y disfrutando, interpretando sin reticencias. 'Anormal' es un reto, como pocos se pueden encontrar en el actual panorama galerístico, un encuentro al que acudir sin saber demasiado, sin 'spoilers' que coarten la sorpresa. Vayan y recomiéndenla después, porque en estos tiempos de suspicacia, horarios limitados y reparos, el creador nos invitar a asombrarnos sin medida. Sencillamente, acudan a SC Gallery. Hay mucho que ver.

Kiko Veneno es toda una institución. Uno de esos nombres propios que cualquier amante de la música debería ver sobre el escenario alguna vez en su vida. Cuarenta años antes de que los jóvenes de medio mundo suspiraran por Rosalía, él ya había esta allí. En una época en la que el rap, la electrónica y no digamos ya géneros tan recientes como el trap, apenas habían llegado a España, él ya se había atrevido a coquetear con ellos. El mestizaje es su principal aliado.

A Kiko Veneno le debemos, sin ir más lejos, uno de los mayores éxitos de Camarón de la Isla. Él fue quien tuvo la idea de musicalizar los versos de Federico García Lorca 'La Leyenda del Tiempo'. El resto ya es historia.

Su carrera comenzó en el 77, pero siempre tendrá la energía de un chaval. De hecho, su último trabajo, 'Sombrero Roto' suena a nuevo. Veneno se atreve con sintetizadores y ritmos urbanos, sin olvidarse de su querido flamenco, claro. Este trabajo, gracias al cual ganó dos premios MIN de la música independiente, es una muestra más de que estamos ante un artista que se niega a vivir de las rentas.