Jennifer Lawrence: «Lo que está ocurriendo en Palestina es un genocidio inaceptable»
La ganadora del Premio Donostia más joven en la historia del Festival denuncia «la falta de respeto y el discurso» de Estados Unidos: «Los políticos mienten»
No hay como advertir a un periodista que se ciña a la película y no haga preguntas sobre nada más para que, por supuesto, no ... haga caso y la estrella acabe proporcionando titulares sobre geopolítica mundial. Es lo que ha ocurrido este viernes en la multitudinaria rueda de prensa de Jennifer Lawrence, que a sus 35 años es la ganadora más joven del Premio Donostia en toda la historia del Festival. Aunque los moderadores del encuentro advirtieron varias veces de que estábamos allí para hablar de la carrera de la protagonista de 'Los juegos del hambre', fue inevitable que Gaza apareciera en las preguntas.
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«Lo que está ocurriendo allí es nada menos que un genocidio y es inaceptable, me mortifica. Estoy aterrorizada por mis hijos, por todos nuestros hijos», denunció la actriz, que también habló de la «enorme tristeza» que le provoca la vida política de su país. Lamentó que «la falta de respeto y el discurso» actuales vayan a ser el status quo para los niños que crecen hoy en día en los Estados Unidos. «Quiero decir que los jóvenes que votan ahora mismo a los 18 años van a considerar como algo totalmente normal que la política carezca de integridad. Los políticos mienten, no hay empatía», condenó. «Y todos deben recordar que cuando ignoran lo que sucede en un lado del mundo pronto también lo harán en el suyo».
Con todo, Lawrence precisó que la responsabilidad de resolver los problemas políticos mundiales «no debería recaer en los artistas». «Ojalá pudiera decir algo, hacer algo para solucionar esta situación extremadamente compleja y vergonzosa. Me rompe el corazón», confesó. «Pero la realidad es que nuestro miedo al hablar demasiado o responder a tantas preguntas es que mis palabras solo se utilicen para añadir más fuego y retórica a algo que está en manos de los funcionarios que hemos elegido». Y continuó: «Solo quiero que la gente se concentre en quién es responsable, en las cosas que pueden hacer y cuándo deben presentarse a votar. No hay que dejar que los actores y artistas que intentan expresar la libertad artística, la libertad de expresión, carguen con las consecuencias de los individuos que son realmente responsables».
Son declaraciones que a los pocos minutos ya reproducía 'Variety', la 'biblia' de la industria del espectáculo, y que tendrán mucha repercusión en Estados Unidos. Por algo Jennifer Lawrence es «una de las actrices más influyentes de nuestro tiempo». Así justificó el Festival la concesión del Premio Donostia más joven a una intérprete que, a sus 35 años, ya cuenta con un Oscar por 'El lado bueno de las cosas', recibido en 2012. El galardón podrá o no ser discutible, pero lo cierto es que la actriz de Kentucky es, con permiso de Angelina Jolie, la estrella que más ha brillado este año en San Sebastián
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Lawrence solo atendió a los medios durante veinte minutos, cuando otras comparecencias de ganadores del Premio Donostia se han acercado a la hora. la moderadora del acto impidió preguntas en dos ocasiones sobre la distribuidora mundial de 'Die, my Love', el filme que trae a San Sebastián, Mubi, con contactos con fondos de inversión israelíes. Pero al final acabó hablando del «genocidio en Palestina» que le «mortifica».
Y es que buena parte de culpa de su repercusión planetaria la tiene el propio carácter espontáneo de la actriz, con sus célebres tropiezos en las galas y una rara sinceridad en sus entrevistas. Como cuando confesó en su día que después del éxito abrumador de la saga de 'Los juegos del hambre' «perdió el control» sobre su vida. La actriz mejor pagada de Hollywood en 2015 y 2016 parece que ha encontrado la paz junto al galerista Cooke Maroney, con el que tiene dos hijos, el último nacido en pasado mes de abril.
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¿Su consejo a jóvenes actrices? «Ver mucho cine, aprender, ir a pruebas, seguir intentándolo... Sobre todo ver cine, porque es muy importante», recomendó. La mutante Mística en la saga X-Men tiene su propia productora, Excellent Cadaver, con la que levanta proyectos arriesgados como 'Die My Love', de la británica Lynne Ramsay, una adaptación de la novela 'Matate amor', de la escritora argentina Ariana Harwicz, que cuenta en su reparto con Robert Pattinson, Sissy Spacek y Nick Nolte. Se estrenará en los cines españoles el 21 de noviembre.
Lawrence encarna a una escritora, madre primeriza, que acepta la sugerencia de su marido de vivir en una casa rural apartada de todo. La depresión postparto y su insatisfacción sexual la conducirán primero al bloqueo creativo y después a la locura. La cinta está trufada de imágenes impactantes y desnudos de su protagonista, aunque no ha convencido a la crítica. «Era muy importante concretar en qué momento mental estaba la protagonista. Por eso nos acercamos desde lo emocional», explicó. «Soy madre de dos hijos, y la vida me cambió, sufrí una crisis de identidad. Tu día a día es otro, te conviertes en otra cosa. Mi primer postparto fue estupendo, y eso me llevó a poder leer el libro de Ariana Harwicz de otra manera. El segundo postparto fue mucho más difícil, y vista ahora la película, de manera retrospectiva, siento que lo clavó. Yo también atravesé un bosque como el de mi personajel».
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Su activismo le ha llevado a formar parte de la organización Represent Us, que lucha contra la corrupción política, y a pronunciarse a favor de los derechos de las mujeres. Las causas sociales también son la razón de ser de su productora, con la que finació el documental 'Bread & Roses', coproducido junto a la Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai y que recopila testimonios de mujeres de Afganistán. Jennifer Lawrence ha demandado en San Sebastián «que las mujeres tengan mayor peso en la creación de esta industria». «Cuando se nos brinda la oportunidad, el mundo se beneficia. Hay más variedad artística».
Producir cine, para Lawrence, es «levantar cultura», algo esencial en esta época en la que los creadores tienen cortapisas desde el poder. «Nuestra libertad de expresión está en entredicho, sufriendo un ataque», condenó. «De ahí la importancia de festivales como este, porque así podemos ver historias de unos y de otros. Conectamos y aprendemos unos de los otros. Estamos interconectados y por ello debemos defender la empatía y la libertad para todos».
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