«En una Nochevieja normal a las doce y media la gente ni siquiera ha terminado con las uvas»
Furgón de cola ·
Se adelanta el toque de queda y se reduce el número de comensales en NocheviejaLa Comisión Técnica del LABI tiene una idea clara sobre la sociedad vasca. Nos tienen calados. Según la cosmovisión que maneja el LABI, los vascos ... en Nochebuena se reúnen con la familia y adoptan una actitud entrañable. «Vamos a juntarnos en torno al nacimiento para cantar villancicos», se dicen los vascos la noche del 24. Y este año los villancicos se cantarán mentalmente para no emitir aerosoles y cumplir las normas sanitarias vigentes. Pero que esos mismos vascos en Nochevieja se transforman en peligrosos hedonistas propensos al exceso y el salvajismo no se le escapa a la Comisión Técnica del LABI. «El 31 la vivencia colectiva adopta una pluridimensión coyunturalmente conflictiva en un multinivel experiencialmente proclive a la disrupción de índole anómica», debió de decir ayer Jonan Fernández, analizando muy serio todo esto. «Dice que la gente pimpla en Nochevieja», traduciría el encargado para que se enterasen, no sé, los alcaldes.
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Conclusión: el número de comensales permitido se reduce en fin de año. Si en Nochebuena y Navidad podrán juntarse en las casas del país hasta diez familiares y allegados, en Nochevieja y Año Nuevo solo podrán ser seis. Cierto que la restricción es llamativa y al tiempo incontrolable. No pueden vigilarse los aforos de las casas. Como tampoco podrá evitarse que, para obviar un toque de queda que ayer se adelantó a las doce y media tanto en Nochebuena como en Nochevieja, baste con alargar las partidas de cartas, y los debates sobre si monarquía o república, y con que los familiares que vayan quedando inconscientes busquen un lugar tranquilo en la casa para echar una cabezada.
El intento de regular lo que en la práctica va a ser irregulable es en el fondo melancólico. Y no deja de ser curioso que, teniendo el LABI el ojo que se le intuye para el conocimiento del país, no sepan que en una Nochevieja normal a las doce y media la gente ni siquiera ha terminado con las uvas. Gotzone Sagardui podría haber cortado ayer por lo sano: «Miren, ustedes sabrán, ya son mayorcitos». Y habría tenido su parte de razón. Aunque no hay que olvidar que, con el chaparrón cambiante de normas y restricciones al que se nos somete, es cada vez más complicado saber qué puede uno hacer y qué no.
BREXIT
Sin control
Un momento estelar del Brexit: Dominic Cummings dando con la frase exacta. «Recuperemos el control». Tampoco es fácil que tres palabras contengan dos ficciones. Las señalaron en su día, sin éxito, los contrarios a la salida de la UE. ¿A qué época pasada alude esa recuperación del control? ¿Y cómo es posible tener el control cuando no se tiene el poder? Propensos a la visión unilateral de las cosas, quizá muchos 'brexiteers' no repararon en que las fronteras sirven lo mismo para que la gente que te cae mal no entre como que para que lo que no entre sea lo que necesitas importar. O para que seas tú el que no pueda salir. El canal de La Mancha transformado en un caos a causa del cierre de fronteras por la nueva cepa del coronavirus simboliza mucho de lo que tiene el Brexit de desastre innecesario. Pues ayer el increíble Nigel Farage le exigía a Boris Johnson que se pusiese más duro con Europa. «Sé un héroe», le pedía.
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IGLESIAS
Contraprograma
La nueva política aún sorprende. Nos faltaba ver cómo un vicepresidente del Gobierno lanza un vídeo para anunciar personalmente un decreto antidesahucios al mismo tiempo que lo hace la portavoz del Gobierno en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, que es un órgano colegiado, aunque no lo parezca. Ayer Pablo Iglesias contraprogramó a María Jesús Montero. Y lo hizo de un modo característico: concediendo que lo conseguido no es «la panacea», pero dejando claro que el mérito de lo conseguido sí es enorme, porque es suyo.
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