A vueltas con el pin parental
Que sea la libertad la que elija el destino de la educación
josé antonio binaburo iturbide
Domingo, 11 de abril 2021, 23:37
Vox exige a las coaliciones de PP y Cs en las comunidades donde gobiernan que cumplan el compromiso adquirido por su ayuda en la gobernanza ... y que activen la implantación del pin parental para que las familias puedan autorizar o vetar la asistencia de sus hijos e hijas a algunas actividades y contenidos en el centro escolar. La cruzada cultural del partido de extrema derecha va dirigida, en particular, a lo relacionado con identidad de género, feminismo o diversidad sexual, LGTB, porque dice que adoctrina al alumnado.
Pretender implantar esta medida en los centros escolares equivaldría a un torpedo contra el Estado de Derecho, que es el garante del ejercicio de las libertades individuales. Pero sobre todo supondría un ataque contra la autonomía de escuelas instituto y de la libertad de cátedra del profesorado no universitario reconocida en 1981 por el Constitucional, porque es un derecho fundamental y una de las manifestaciones de la libertad para enseñar, así como la concreción específica de la libertad de expresión.
No le auguro una implantación fácil a esta medida desde la perspectiva normativa porque el veto parental, en teoría, es inviable. Las comunidades autónomas regulan las actividades complementarias en los centros escolares y, como se desarrollan en horario lectivo, a diferencia de las extraescolares, son obligatorias y evaluables para todo el alumnado. Por lo tanto la familia no puede negarse a que sus hijos reciban los contenidos de esta formación.
Las actividades complementarias en Euskadi están prescritas por los planes de la Consejería de Educación, son las relacionadas con la Igualdad de género, convivencia, cultura de paz, interculturalidad... Y son aprobadas en el Consejo Escolar con la participación de la comunidad educativa y también de un representante del ayuntamiento.
Sería muy oportuno reseñar que la institución escolar es la más participativa y democrática de cuantas nos prestan servicio a la ciudadanía, no tengo constancia de ser invitado a participar en el centro de salud de mi barrio o en la Agencia Tributaría. Aunque no quiero dar ideas a Vox, no se les vaya no vaya a ocurrir imponernos también el pin sanitario y el fiscal.
La principal innovación de las ocho reformas educativas es la necesidad de reivindicar la función moral de la educación, hasta el punto de que toda enseñanza que no tenga una dimensión moral, que no eduque en valores, jamás podrá ser llamada educación. Y esto no es adoctrinar, como dice Vox, es cumplir con un mandato a la escuela que ya le hizo la Ilustración. Y con la necesidad de formar en el 'saber hacer' (habilidades) y en el 'saber vivir' (buenas personas), porque nadie llega a ser excelente en un campo profesional sin ser una buena persona.
Hay razones suficientes que justifican la educación moral en la escuela, me limitaré a exponer dos; la primera es que a la Humanidad le ha costado demasiado tiempo aprender el valor de determinados valores: paz, libertad, igualdad, solidaridad, como para prescindir de ellos. La segunda razón es que sí merece la pena una educación en aquellos valores que apreciamos, porque ya están incorporados en el marco de una sociedad plural, y que sólo desde ellos se puede construir un mundo mejor.
Los beneficios de una educación en valores nada tienen que ver con la iniciativa de Vox aludiendo al mantra conceptual del adoctrinamiento, porque aportan calidad a la enseñanza al promover una educación que favorezca una vida digna; colaboran a construir proyectos de vida ilusionantes; facilitan la comunicación a través de la palabra; ayudan a alcanzar esa rara experiencia que es la felicidad.
La educación no puede reducirse a mera instrucción e información de contenidos para una profesión, como sueñan los partidos de la ultraderecha que no se consideran herederos de la Ilustración. Educar es colaborar a ser una persona autónoma, conseguir dirigir con sentido la propia vida y aprender a volar con alas sin adherencias. Por eso educar siempre implica riesgos, no se puede contemplar al alumnado como objetos para ser moldeados, sino como sujetos de acción, libertad y responsabilidad.
Albert Einstein, cuando se refugió en Reino Unido huyendo de la Alemania nazi, pronunció una conferencia sobre Ciencia y Civilización en el Royal Albert Hall, en la que defendía la libertad como fuente de progreso y bienestar frente a la amenaza del nazismo, y decía: «Solo son libres las personas que crean y disfrutan los descubrimientos y las obras intelectuales que hacen que la vida valga la pena. Sin libertad no habrían existido Shakespeare, Goethe, Newton… y la mayoría de la gente llevaría una vida aburrida de esclavitud». Por mi experiencia de educar he aprendido que se sabe lo que es la libertad cuando se la toca. Pero si te la tocan, nunca vayas para atrás, ni siquiera para tomar impulso, y que sea la libertad la que elija el destino de la educación.
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