¿Es sostenible el aumento de la recaudación?
Cabe preguntarse si es realmente equitativa nuestra presión fiscal
pablo sanz
Viernes, 17 de junio 2022, 23:56
Las haciendas forales vascas han aumentado sus ingresos en lo que llevamos de 2022. Así, las diputaciones han ingresado hasta mayo 390 millones de euros ... más que en el mismo periodo del pasado año. Este crecimiento es superior a lo que las propias administraciones tenían contemplado en sus presupuestos.
Si bien es cierto que dicho aumento no está siendo homogéneo ni en los tres territorios ni en su distribución entre las distintas figuras impositivas, sí creo que se pueden formular algunas consideraciones generales sobre esta situación, que, a mi juicio, pese a ser aparentemente coyuntural, no es nada sorprendente en estos momentos.
La primera reflexión es sobre el origen o causa de esta escalada fiscal. Si la raíz de la mayor recaudación se encontrase en la dinamización de la actividad económica, como sería deseable en una situación de reactivación posterior a la crisis sanitaria, podríamos concluir que el aumento de los ingresos públicos sería una noticia positiva.
Sin embargo, en estos momentos, el incremento recaudatorio, en buena medida, tiene su origen en una inflación que sube a la carrera, de una forma que desde hace muchos años no veíamos en nuestro entorno económico. De hecho, el impuesto que está en un auténtico rally de recaudación es el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). Y debemos recordar que dicho impuesto indirecto se aplica sobre el precio de los objetos o servicios adquiridos. Es decir, que si los precios suben, la recaudación por IVA crece. Lo cual es un doble castigo para los consumidores finales. Por una parte, les costará más dinero mantener el mismo nivel de vida. Y, por otra, tendrán menor renta disponible para mantener dicho nivel de vida por el incremento impositivo que deben afrontar.
En resumen, la causa del aumento de la recaudación no se puede decir que sea la consecuencia de algo positivo. Una inflación como la que estamos soportando genera efectos perversos en la economía. Sin perjuicio de que la actividad económica de 2022 está siendo superior a la de 2021, que fue todavía un ejercicio muy penalizado por las restricciones a la movilidad.
La segunda reflexión es si el aumento de los ingresos de naturaleza impositiva es sostenible y controlado e, incluso, puede ayudar al crecimiento económico de nuestro entorno.
En mi opinión, no es controlado de una forma relevante, ya que está siendo generado por una inflación descontrolada motivada por una especie de tormenta perfecta en la que han confluido una amplia variedad de causas, tales como el alza de los precios de la práctica totalidad de las materias primas, la crisis de la energía, los problemas de interrupción de las cadenas de suministro y logística o la falta de determinados componentes. Y recordemos que la inflación disparada genera ralentización de la economía y, en consecuencia, a la larga, menor recaudación.
Tengo serias dudas sobre la sostenibilidad del incremento. Y no por aplicación de la discutida teoría de la curva de Laffer, que establece que, a partir de determinada presión fiscal, la recaudación decrece; bien sea porque aparece el fraude o porque se desincentiva la actividad económica, por aquello de que lo de 'trabajar para el inglés', bien, pero hasta cierto punto.
Insisto en que la causa del incremento recaudatorio está muy vinculada a la escalada de la inflación, que considero absolutamente necesario controlar. No pierdo la esperanza en que nuestras administraciones forales reduzcan la presión fiscal. Lo que, quizás, sea un ejercicio excesivamente optimista. Es cierto que se ha anunciado que para 2023 los responsables forales habrán terminado su reflexión sobre la fiscalidad foral. No perdamos la esperanza. Las cosas se pueden hacer bien.
Por último, ¿es realmente equitativo y distributivo, socialmente eficiente, tener una presión fiscal como la que tenemos? Y es cierto que nos faltaría hablar de las contribuciones a la Seguridad Social, para tener la foto completa de dicha presión.
Y aquí debemos llegar a hablar del capítulo de gastos de nuestras administraciones. De todas, que no son pocas. Por supuesto que debemos, pero lo que no sé es si vamos a poder mantener nuestro Estado del bienestar. Nos debemos plantear si el peso del sector público, que no para de crecer, es el que necesitamos. Baste con una pequeña muestra: el sector público ha generado el 63% del empleo en el País Vasco desde que estalló el covid.
Termino, sin embargo, afirmando que estoy seguro de que saldremos adelante. Nuestra economía, nuestra gente, ha demostrado una gran resistencia en momentos más difíciles que el actual. Lo que no sé es cómo saldremos, qué hipotecas dejaremos a nuestros hijos y, sobre todo, cuándo saldremos. En esta última cuestión de los plazos, soy menos optimista.
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