José Ibarrola

La cumbre de los MEGA

La atención preferente de la izquierda a colectivos sociales discriminados desplaza a otros grupos hacia una ultraderecha que creen que les escucha

Miércoles, 19 de febrero 2025, 00:00

El presidente de Vox, Santiago Abascal, abandonó en julio de 2024 el grupo Conservadores y reformistas europeos de Giorgia Meloni, oficialmente para crear un movimiento ... paneuropeo de amplio espectro. Elegido en noviembre jefe de Patriotas por Europa, reúne a 86 eurodiputados en Estrasburgo, la tercera fuerza de la Eurocámara. Los pasados días 7 y 8, bajo el grito de guerra MEGA -Make Europe Great Again, Volvamos a hacer Europa grande-, se celebró en Madrid la primera cumbre de los partidos de extrema derecha europeos. Con este guiño a Trump, padre del lema MAGA, Make America Great Again, la sombra del republicano se extendía un poco más por el Viejo Continente. La consigna es «¡reconquista!».

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Indudablemente, el alborozo de los Patriotas deriva del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y de los ímpetus libertarios que llegan del otro lado del Atlántico. «Compañero de armas por el bien, la verdad, el sentido común y la libertad», así definía Abascal al presidente americano ante los aplausos de Viktor Orbán, Marine Le Pen, Matteo Salvini, el neerlandés Geert Wilders y el portugués de Chega, André Ventura, entre otros dirigentes de ultraderecha. El presidente argentino, Javier Milei, apoyó por vídeoconferencia a sus hermanos de combate europeos, todo el encuentro rezumó el sentimiento de que la reconquista ha llegado para los neoconservadores.

Con matices hacia Trump, los máximos representantes de la derecha reaccionaria están convencidos de que asistimos a un renacimiento del mundo, a un movimiento del buen sentido en el que ellos están a la cabeza. «Ayer éramos los heréticos; hoy somos convencionales, el futuro», proclamó Orbán, recordando que Hungría, a su cargo desde hace quince años, «ha hecho de la inmigración ilegal, un delito», «prohíbe la propaganda de género» en las escuelas, ha inscrito en la Constitución que «un padre es un varón y una madre, una mujer» y que «todos los poderes del Estado deben defender la cultura cristiana».

Marine Le Pen, de Reagrupación Nacional (RN), abundó en esta «exhortación a una existencia renacida en el mundo que viene», en el marco del «desafío de poder» que representa la victoria de Trump. Por razones hexagonales, la política gala prefiere hablar de «renacimiento» frente a «reconquista». En Francia, Éric Zemmour y su sobrina Marion Maréchal Le Pen atrapan el ala más ultraderechista de su electorado, precisamente con la formación 'Reconquête'. Si Marine votó la inclusión del derecho al aborto en la Carta Magna, Marion Maréchal se opuso. Por este flanco se abren las divergencias en la internacional ultraderechista europea.

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Conformes con el rechazo de la inmigración masiva y el discurso antiislámico, la oposición al Pacto Verde europeo, el enfrentamiento con el 'wokismo' y el multiculturalismo, la defensa de la «soberanía nacional» y la crítica al «globalismo», ciertas discordias fueron silenciadas. Orbán repudió los gastos de apoyo a Ucrania en «una guerra sin esperanza»; sus colegas evitaron pronunciarse. Abascal alentó a Alice Weidel, la candidata del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), pero no fue seguido por sus amigos. No se mencionó la intención de Trump de imponer derechos de aduana a Europa; ni su propuesta de expulsar a dos millones de palestinos de Gaza; nada sobre la exigencia del estadounidense de duplicar las aportaciones en Defensa de los socios europeos; tampoco se abordó el control de la oligarquía digital sobre el Estado federal. Abascal sí alabó «las nuevas tecnologías que colaboran en la batalla por la libertad». Marine Le Pen evitó aludir a una visión económica liberal alejada del programa de RN. Y Salvini, jefe de La Liga, afirmó que es hora de revisar el Tribunal Penal Internacional, avalando la decisión del político americano de imponer sanciones a la jurisdicción global.

Por encima de las diferencias del cónclave madrileño, Le Pen insiste en que «el papel de Patriotas es generar mayorías para rechazar cuanto sea nefasto para los pueblos europeos». La primera 'cumbre de los MEGA' espolea la implantación de la extrema derecha en Europa y en el mundo. La izquierda concentrada en los intereses de ciertas categorías sociales objeto de discriminaciones (minorías raciales, inmigrantes, LGTBI, mujeres, artistas), ha olvidado al grueso de los ciudadanos corrientes y sus problemas de vida ordinaria: cesta de la compra, salud, empleo, vivienda, energía, promoción profesional, derivadas del cambio climático. Las personas desplazadas por los colectivos favorecidos se reúnen en las derechas que las escuchan.

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Estas redefinen su misión alrededor de la protección de la identidad nacional, asociada por los extremistas a unos determinados criterios étnicos, culturales o religiosos. El Estado de bienestar no es percibido por el votante europeo, asfixiado a impuestos. Los progresos de una extrema derecha neonacionalista han dejado de ser monopolio del este del Viejo Continente. Atentos.

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