Alemania, frenéticas legislativas
¿Permitirán los resultados de las elecciones una mayoría estable para Alemania y para Europa?
Doctora en Psicología y analista de relaciones internacionales
Domingo, 23 de febrero 2025, 23:27
«El gobierno actual ya no dispone de mayoría; no he podido componer otra. Estoy convencido de que unas nuevas elecciones son la mejor solución ... para el bien de nuestro país», reconocía el canciller Olaf Scholz el 23 de diciembre. No superada su moción de confianza, instaba a Frank Walter Steinmeier, presidente de la República Federal de Alemania, a disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas, poniendo fin a la coalición de socialdemócratas (SPD), liberales (FDP) y ecologistas (Verdes) en el poder desde 2021. Los resultados del 23 de febrero confirman su impopularidad. ¿Permitirán una mayoría estable para Alemania y para Europa?
Inmersos en una campaña exprés, polarizada por la inmigración, salpicada de atentados de sangre y muertes, más las injerencias de la administración de Trump y de su 'segundo vicepresidente', Elon Musk, los alemanes participaron masivamente en esta elección federal: 84%, el máximo valor desde la reunificación del país.
Gana la alianza conservadora CSU/CDU, pero no con el deseado 32% solicitado por su candidato Friedrich Merz. El apoyo queda en un 29%, muy lejos de las mayorías del 40% de Angela Merkel que decidían pactos rotundos. El fulgurante segundo puesto de Alternativa por Alemania, AfD, implanta la extrema derecha en la vida parlamentaria con un 20% de los sufragios; desplaza a la socialdemocracia, SPD, a una honorable posición (16%) si pensamos que los sondeos la situaban tras los Verdes. Los ecologistas son castigados por su papel en la anterior coalición gobernante: acarician un 13% de respaldo. Liberales de FDP y la Alianza de izquierda, BSW, recuentan por el 5% necesario para entrar en el Bundestag. La remontada es de la izquierda radical, Die Linke, sorprendiendo con su 8,5%.
El retrato de los 630 escaños de la Cámara combinará nuevas y viejas figuras. Friedrich Merz ingresó por primera vez en el Bundestag en 1994 y es conocido en el partido conservador como el eterno rival de Merkel. Defensor de la Leitkultur (cultura de referencia) como contra-modelo al multiculturalismo, dejó la política en 2009 para reaparecer diez años después. Aliado con la Unión Socialcristiana (CSU) de Markus Söder, ministro-presidente de Baviera, Merz fue elegido jefe de filas para estos comicios. Olaf Scholz, el saliente socialdemócrata, y Robert Habeck, hasta ahora vicecanciller, candidato de Los Verdes, repiten. En el alambre, Christian Lindner, del Partido Democrático Liberal (FDP), socio de la coalición caída y destituido por Scholz como ministro de finanzas en la vorágine de diferencias por relajar el endeudamiento y poder relanzar la economía germana.
Antieuropea, Alice Weidel se instala en la Dieta federal con una fuerza no conocida desde la Segunda Guerra Mundial. El contexto teutón llega abonado por la primacía de AfD en varios Landers: en septiembre de 2024 la extrema derecha ganó en Turingia con un 32,8% de sufragios e igualó a los conservadores en Sajonia con un 30%. La progresión de Weidel en los sondeos, unida a otro asalto a cuchillo en Aschaffenburgo (Baviera) el 22 de enero por parte de un inmigrante afgano, con dos muertos más, condujeron a los cristianodemócratas (CDU) a acercarse al planteamiento de la extrema derecha en inmigración. Presentaron juntos un proyecto de ley en el que la remigración suponía un giro histórico en la política migratoria del país. Una severa denuncia de la excanciller Merkel y plenos en las manifestaciones por las principales urbes, concluyeron con el rechazo del texto.
Campaña en curso, la CDU rebajó rápidamente su fracaso, con un plan de medidas a principios de febrero. Sin desplazar la inmigración del núcleo de exigencias, Merz recoloca bienestar económico y seguridad en el punto de miras. En 2023, el PIB alemán retrocedió un 0,3%, cedió un 0,2% en 2024, algo inimaginable desde los años 2000: dos ejercicios consecutivos de recesión. La competencia china en el primer mercado de exportación alemán, Estados Unidos, no se detiene; el crecimiento de la demanda interna no ha compensado la debilidad exportadora: los alemanes prefirieron ahorrar. La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca no arregla la situación. Los proyectos de aumento de derechos de aduana de Estados Unidos podrían costar entre 130.000 y 180.000 millones de euros a la economía germana, avisa la Bundesbank. Esto sin contar con el 'matacostes' de Trump, el cincelador Musk.
Queda el envite del estadounidense sobre el gasto en defensa. El quiebro geoestratégico de Trump resuena especialmente en Alemania por su normativa constitucional del freno al endeudamiento. Muchos desafíos para el próximo ejecutivo que gira al '¡Alemania primero!'. ¿Prevalecerá 'el cordón sanitario' para excluir a AfD del ejecutivo? Empiezan las negociaciones.
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