Manifestación a favor de Palestina en la 73 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Juan Herrero

Los conflictos políticos en el cine del Zinemaldia

Gaza, los juicios de Núremberg, los infiltrados en ETA, la trayectoria de Putin o el 23-F se asomaron a las pantallas del festival

Roberto R. Aramayo

Profesor de Investigación en el Instituto de Filosofía del CSIC e historiador de las ideas morales y políticas

Jueves, 2 de octubre 2025, 00:05

En la edición de 2024 del Zinemaldia advertí que predominaba cierta preocupación por la eutanasia en varias de las películas exhibidas. Este año me ha ... pasado algo similar con el clima sociopolítico y los conflictos bélicos. A veces los filmes abordaban cuestiones muy actuales como la del genocidio en Gaza e incluso se gestó una manifestación al proyectarse 'La voz de Hind', esa emotiva cinta distinguida en Venecia con el Gran Premio del Jurado, que nos cuenta cómo una niña de solo seis años implora por su rescate refugiada bajo un coche y que obtuvo el Premio del Público en San Sebastián.

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Otras veces las películas nos han recordado sucesos muy traumáticos relativamente recientes. En 'Un fantasma en la batalla' Agustín Díaz Yanes nos brinda un magnífico recordatorio de lo que supuso ETA durante cuatro décadas en plena democracia, lo que viene bien para esas nuevas generaciones que afortunadamente no conocieron ese tenebroso periodo de nuestra historia. La película nos habla del papel jugado por agentes infiltrados en la organización terrorista que contribuyeron decisivamente a su desmantelamiento, al descabezar sus cúpulas dirigentes y localizar los arsenales. Una eficaz labor que se vio totalmente sepultada por esa 'guerra sucia' que nunca debió tener lugar y espoleaba una continua espiral de violencia.

Resulta curioso ver a Russell Crowe, al que recordamos como el heroico protagonista de 'Gladiator', encarnando ahora nada menos que a Hermann Göring en 'Núremberg', donde borda un papel complejo y lleno de matices. No es la primera vez que se aborda el proceso de Núremberg en la gran pantalla. Lo hizo Stanley Kramer en 1961 con 'Vencedores y vencidos', con un reparto estelar encabezado por Spencer Tracy. Pero aquí la trama se centra en el fiscal que debe generar nuevas figuras penales inéditas y el psiquiatra cuya misión es aquilatar la salud mental de los encausados, además de mantenerlos con vida para llegar al juicio sin que se suiciden. Dados los tiempos que corren, conviene recordar episodios como este del Holocausto nazi, preguntándonos por ejemplo si Netanyahu acabará rindiendo cuentas en el Tribunal Internacional de La Haya o por qué nunca se hizo nada similar con quien lanzó sendas bombas atómicas contra una población civil en ciudades que no eran objetivos militares. Desafortunadamente no he visto 'La tregua', donde se nos habla de cómo los españoles fascistas y republicanos acaban conviviendo en un campo de concentración soviético.

En cambio, sí he podido disfrutar 'El mago del Kremlin', donde se nos habla de un presunto nuevo Rasputín que habría guiado al invasor de Ucrania desde sus inicios. Esta ingeniosa ficción va desgranando los hitos que jalonan el encumbramiento de Putin, encarnado por un irreconocible Jude Law. El guion tiene garra y, al igual que la novela, combina realidad y ficción y las fusiona en un relato fascinante con diálogos inteligentes que te atrapa de principio a fin. Por ejemplo, la distópica 'Nosotros' de Zamiatin es un dato fidedigno y fue la novela que inspiró a Orwell para escribir su '1984'. Escrita en 1920, describía una sociedad regida por la vigilancia y la represión del Estado. Lo primero que vi en la última edición fue justamente un documental titulado 'Orwell 2+2=5', donde se van desgranando los vaticinios de Orwell con imágenes de las adaptaciones cinematográficas que se han hecho sobre sus libros y que se combinan con cuanto supone nuestra realidad cotidiana, cuando los bulos logran desbancar a las evidencias.

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También se presentó una serie televisiva inspirada en un libro homónimo de Javier Cercas: 'Anatomía de un instante'. Allí se nos relata el afortunadamente fallido golpe de Estado del 23-F con tres protagonistas. Aquellos diputados que no desaparecieron tras los escaños: Adolfo Suárez, presidente del Gobierno en funciones; el capitán general Manuel Gutiérrez Mellado, su fiel vicepresidente; y Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista. Los tres fueron considerados traidores por sus respectivos entornos, pero sus papeles fueron decisivos para verificar la Transición. Sigue sin quedar claro el papel de Juan Carlos I en aquel embrollo y por qué tardó tanto en desautorizar a los golpistas. Álvaro Morte demuestra de nuevo su versatilidad, al encarnar un muy creíble Suárez, cuya figura histórica va ganando enteros con el paso del tiempo, mientras merma la de otros.

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