Retos y actitudes para el mundo que viene
Estamos viendo momentos duros, hay quien ha perdido la vida, otros la salud, muchos sus negocios, otros sus ahorros, bastantes sus puestos de trabajo. Hasta ... las novelas y las series tienen que ser negras para aspirar al éxito. Mientras no tengamos la vacuna a pleno rendimiento parece que no hay lugar a la esperanza. Los 'felices años veinte' del siglo XXI han tenido un comienzo poco afortunado. Stefan Zweig nos decía que toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y sólo quien ha conocido ambas ha vivido de verdad. Intentemos, haciendo abstracción de nuestro oscuro presente, del que saldremos más pronto que tarde, mirar ya de frente y con confianza, porque no queda otra, a los años venideros.
¿Cuáles son los retos -y utilizo a posta este término- a los que nos enfrentamos? Señalaremos algunos, sin que el orden suponga ninguna jerarquía y tengan perspectivas y lecturas diversas. Retos de tipo económico: las desigualdades económicas y sociales, los movimientos migratorios, el aumento de la población mundial, la mayor esperanza de vida, la financiarización y la oligopolización de la economía, la drástica disminución del trabajo remunerado, el hambre… Retos de tipo político: la proliferación de los populismos, el terrorismo, las limitaciones a la libertad personal, la guerra nuclear, los egoísmos y proteccionismos nacionalistas, los radicalismos religiosos, el cuestionamiento de la clase política y de la democracia… Retos de tipo medioambiental: la emergencia climática, la escasez de recursos naturales, las pandemias, la degradación ecológica... Retos de tipo tecnológico: la disrupción tecnológica, la inteligencia artificial y la singularidad, el transhumanismo y la pretendida inmortalidad genética…
Más importante que los retos, que no los elegimos, es la actitud para afrontarlos. Las maneras pueden ser diversas, desde el negacionismo al enfrentamiento abierto. Pero la virtud está en el término medio, ya nos lo indicaba Aristóteles. Apunto unas sugerencias, no para esperar a que nos las solucionen los gobiernos, sino para que las peleemos cada uno de nosotros. Ante los retos económicos: humanismo y cultura del esfuerzo, fraternidad (la encíclica papal incide en ello) y abrirse a la diversidad, apostar por la comunidad global (sólo tenemos una patria y es el planeta Tierra), la mente abierta, la empresa inclusiva (considerar a todos los grupos de interés), la imaginación y el trabajo en equipo, la ética y la solidaridad…. Ante los de raíz política: una nueva Ilustración, mayor comunicación, pensamiento crítico y confianza, mejorar la colaboración, la empatía y el compromiso, la duda permanente, los valores sólidos y la transparencia… De cara a los retos ambientales: el desarrollo sostenible, la creatividad, un enfoque holístico y a largo plazo, la economía circular y la responsabilidad… Y frente a los retos de tipo tecnológico: la educación continua, la inteligencia natural, la humildad…
Y para encarar todos los retos, invertir en nosotros mismos, en nuestro capital humano (concreto y genérico, técnico y humanista), que la pobreza de bienes es más fácil de curar que la pobreza del alma, nos recordaba Montaigne.
Podemos considerar los retos la parte tangible, 'hard' (dura), los desafíos, las dificultades, las amenazas de nuestra existencia y a su deseo de solventación, la parte intangible, 'soft' (blanda), las habilidades, las destrezas, las pericias, que hay que poner en acción para desafiar a los retos. Además, puede que los retos se asocien mejor con el tratamiento científico y la actitud para afrontarlos, a una visión artística de la existencia. La ciencia y el arte, como siempre, con el devenir de la Humanidad. Otra forma de llamar al cuerpo y al alma del ser humano. Dejemos también un margen adicional para la incertidumbre y la emoción, ya que la realidad suele superar a la ficción y pueden surgirnos en el devenir de nuestra existencia otros desafíos que ahora ni los soñamos.
Queda mucho camino por recorrer, pero ha sido en estos últimos tiempos cuando las clases humildes hemos podido acceder a la educación superior, cuando la mujer ha comenzado a ser considerada y respetada, cuando las minorías son menos pisoteadas. Siguiendo a Y. N. Harari, que nos dice que la historia no es determinista, que cada punto de la historia es una encrucijada -seguramente como la vida misma-, en nuestras manos está decidir si queremos ser engullidos -y amargarnos- por los numerosos retos a los que nos enfrentamos o decidimos tomar la apasionante determinación de encararlos -e ilusionarnos- apoyados en lo que nos diferencia de otros seres vivos, la curiosidad, la pasión y la capacidad de adaptación al medio. No esperemos que el futuro nos lleve la iniciativa. ¡Vayamos a por él!
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