Pasar la página de ETA

EH Bildu protagoniza un proceso de transformación de un movimiento de resistencia en una fuerza casi socialdemócrata en busca de poder institucional

Miércoles, 14 de junio 2023, 00:01

Habrá que interpretar adecuadamente las claves del subidón de EH Bildu en las últimas elecciones, que seguro tienen que ver con un malestar social latente ... que ha sabido capitalizar en una coyuntura de crisis. Pero no parece que se trate de un souflé que pueda irse desinflando. Más bien parece un paso consolidado, un voto que ha llegado para quedarse. Votar a Bildu cuesta, imprime carácter por la mochila que arrastran por su complicidad con la violencia política. Ahora, sus líderes, muy experimentados, buscan facilitar el tránsito a un voto con fuertes hipotecas morales.

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Voto a la izquierda abertzale, precisamente, por la historia que tiene detrás, y de la que nunca ha abjurado, lo que demostraría que es la garantía del nacionalismo auténtico. O la voto porque me olvido o me quiero olvidar de esa historia incómoda, que ya forma parte del pasado y es hora de poner el contador a cero sin mirar al retrovisor. Lo que en otra parte le perjudica, incluir en las listas a exmiembros de ETA (algunos, condenados por delitos de sangre), aquí le beneficia. Lo de la autocrítica para reconocer el daño injustamente causado queda para otros. El resultado electoral, que llega después de su posibilismo institucional en Madrid, la legitima para pasar página de ese pasado infame. A ellos y a quienes siempre les jalearon, incluso a los que miraron para otra parte y huyen a uña de caballo de una época incómoda.

Los de Otegi siempre se han mirado en el espejo del Sinn Féin, durante décadas el brazo político del IRA. Pues bien, justo cuando se han cumplido 25 años de los Acuerdos de Viernes Santo, que pusieron fin a una guerra sectaria y terrorista que había causado más de 3.000 muertes, la formación republicana también acaba de lograr una victoria histórica en las elecciones municipales de Irlanda del Norte con un 30% de los votos. Los católicos nacionalistas, que defienden la unificación de las dos Irlandas frente a quienes quieren permanecer en Reino Unido, ya fueron los más votados en las autonómicas de hace un año, pero el 'establishment' bloqueó la posibilidad de que entraran en el Gobierno. EH Bildu también cree que aquí se ha abierto un cambio de ciclo y que su homologación, sin pasos significativos para su redención, está muy cerca.

¿A qué velocidad y con qué coordenadas? Esta segunda derivada tiene mucho que ver con el hecho de que estamos en un periodo histórico marcado por las polarizaciones. Ya hemos visto la última campaña, que fue todo menos educativa. ¿Que pasaría si el PP se mantiene sobre la ola antisanchista y surfea hasta La Moncloa con un abultado poder territorial gracias a sus acuerdos con Vox? ¿Cómo se digeriría esa pinza en Euskadi? Algunas voces del PP han pedido la ilegalización de EH Bildu y recortes de 'privilegios'. No sería descabellado predecir que con ese eje nacional activado regresaríamos al ambiente crispado de antaño y reverdecería la causa de la identidad y del victimismo.

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¿Una revitalización del independentismo? El nacionalismo se crecería frente al Madrid hostil. En Cataluña ya se piensa en esa clave, que cargaría de razones a quienes se quieren desconectar. En esas circunstancias, algunos creen que bien podría producirse una alianza estratégica entre el PNV y EH Bildu, que ahora parece impensable. Es cierto que mantienen una rivalidad enorme en lucha por la hegemonía, pero si la izquierda abertzale se consolida como una gran fuerza, y parece que tiene potencial, habrá que contar con ella porque será decisiva.

¿Y el PSE-EE gobernaría con Bildu? Los partidos están perdiendo el miedo a transitar por ese camino, pero el PSOE ha aprendido la lección: ahora, nada que se pueda parecer a un pacto con ellos. La bronca por la inclusión de exmiembros de ETA en las listas de Bildu, socios circunstanciales de Pedro Sánchez, ha sido letal para los socialistas fuera de Euskadi, donde han sufrido un daño bárbaro. Ahora bien, ¿qué pasaría si EH Bildu resultara necesario para que el PSOE liderara un Gobierno progresista en Madrid tras el 23-J? De acuerdo con las proyecciones demoscópicas, los únicos escenarios de mayoría de la izquierda requerirían a Bildu. Y en esa tesitura, Sánchez los tendría que aceptar.

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Si fuera así, sería un factor de aceleración para que el PSE-EE se acercara a la izquierda abertzale, algo que hoy se antoja imposible, también porque su electorado todavía no está preparado. En el socialismo vasco hay voces que abogan por una pluralización de los pactos, sin que el PNV tenga que disfrutar de la exclusividad. Y en el seno de EH Bildu hay una parte con una visión moral que le lleva a censurar ese pasado de connivencia con la violencia, pero no aflora de manera pública, porque la izquierda abertzale nunca va a renunciar a su historia. De momento, la gran batalla está entre Bildu y PNV, apoyado por el PSE, que funciona como muleta de un Gobierno estable para neutralizar a la izquierda abertzale. Y esta protagoniza un proceso de transformación de un movimiento de resistencia en una fuerza casi socialdemócrata en busca de poder institucional.

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