México, conquista y legado

Pudo haber errores, pero España fue modélica en sus leyes, integración de mestizaje culturas, universidades y hospitales

Miércoles, 26 de noviembre 2025, 00:05

El 21 de abril de 1519, Hernán Cortés puso pie en tierra mexicana en Quiauhiztlan, 60 kilómetros al norte de Veracruz. Con 400 soldados, sabía ... que tenía todas las de perder en un enfrentamiento directo, así que, con maestría diplomática y mínimo de violencia, fue haciendo pactos entre unos treinta pueblos costeros, usando guante de seda en la plática y puño de hierro en las resoluciones. Y los consolidó en su común descontento contra el durísimo vasallaje a los aztecas, que los esclavizaba desde hacía más de 200 años.

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En un inigualable Rubicón, inicia una marcha suicida hacia la mítica e ignota capital azteca. Tras victorias y pactos con las poblaciones que va encontrando (Jalapa, Tlaxcala -primeros matrimonios mixtos- y Cholula), forma un poderoso ejército con cientos de nativos deseosos de revancha y se dirige hacia Tenochtitlan, la capital. Y el 8 de noviembre de 1519 entra Cortés por la calzada de Iztapalapa de forma incruenta saludando a Moctezuma, a quien custodia-aprisiona el día 14. Y durante seis meses navegan juntos por el lago de Texcoco.

Gesta única en la historia, superior a la de Alejandro Magno. En seis meses, con 400 españoles, trece caballos y cuatro piezas de artillería entran en la capital de un imperio en todo su esplendor. «Ver cosas nunca oídas, ni vistas, si aún soñadas, como veíamos», dice B. D. del Castillo, que añade que tiene calles ordenadas, un mercado nunca visto y que es comparable con Venecia. Luego vino la Noche Triste, batallas, destrucciones, matanzas... Como en todas las guerras, como era lo normal en Europa.

Entre los nativos había canibalismo ritual, esclavitud, robo de las mujeres, no eran 'el buen salvaje' roussoniano. Los conquistadores no ejecutaron más violencia que la que se ejercía en Europa, donde se cometían matanzas terribles, incendios de ciudades, suplicios en las distintas inquisiciones, descuartizamientos y quema de personas vivas por supuestas herejías. Se habla del tormento al que sometieron a Cuauhtémoc cuando le metieron los pies en aceite hirviendo. Cuando Cortés marcha a Honduras a reducir al rebelde Olid, deja a Rodrigo de Paz como alcalde mayor. En su ausencia, dos comisarios españoles someten a Rodrigo de Paz al mismo tormento del aceite hirviendo para que declare dónde están los tesoros.

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La conquista y colonia española se distingue de todas las demás por las normativas que venían de la metrópoli. Desde la Ley de Burgos (1512), las leyes de Indias se van compilando a medida que los religiosos (Montesinos, Motolinía y otros) denuncian ante la Corona las tropelías. Las leyes son un canto al derecho internacional, un estandarte de humanismo cristiano como no se había dado nunca y que se adelanta en cuatro siglos a los que sería la Declaración de los Derechos Humanos (1948). Asunto distinto es que, a dos meses de barco, se dejaran de cumplir o se relajaran esas normativas.

En estas leyes, el rey, con el Consejo de Indias, se vuelca con los nativos y dicta: que los indios sean tratados con dignidad, que haya mestizaje de matrimonios, que se creen escuelas. El padre Vitoria dice que todos somos iguales en derechos, que no se esclavice, que ellos se puedan defender y gobernar, seguir con sus costumbres, con derecho a un salario y bien alimentados; «que se hagan hospitales para todos» (1503, Reyes Católicos). Felipe II dicta jornadas de ocho horas, que no trabajen los menores de 14 años (¡1593!). En ningún otro lugar se dieron estas leyes humanitarias.

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Las tierras mexicanas tenían multitud de pueblos y lenguas. La metrópoli, al crear el virreinato de la Nueva España (1535-1821), es la que le da unidad. España se entrega durante 300 años, se arruina y se desangra por colonizar y dejar para el pueblo esas calles bien trazadas, catedrales imponentes, escuelas, plazas de armas, monasterios, obras públicas, un centenar de hospitales, el primero en la capital ya en 1521. En las Indias, entre 1500 y 1550 se levantaron 25 grandes hospitales. Hoy día hay 52 edificaciones Patrimonio de la Humanidad (en Inglaterra, Francia y Portugal, ni una).

Para cuando se crea la Universidad de Harvard (1636), España había levantado diez (Francia, Portugal, Holanda, ninguna). Ya en 1539 estaba en México la mejor imprenta. Se forman 23 universidades a semejanza de Salamanca y cátedras de lenguas indígenas. Comparen, comparen con Norteamérica, Sudáfrica, Congo, India...

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Pudo haber errores, pero España es modélica en sus leyes, cultivo del español, integración de mestizaje cultural y edificios para los indígenas. Otros fueron a exterminar y robar, España también sacó provecho, pero es más lo que legó. «Miré los muros de la patria mías/ si un tiempo fuertes, ya desmoronados,/ de la carrera de la edad cansados,/ por quien caduca ya su valentía» (Quevedo, 1648).

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