Preocupante rechazo al feminismo entre los jóvenes
No podemos permitir que la desinformación, los discursos del odio o la falta de formación sigan calando entre quienes representan el futuro de la sociedad
Resulta alarmante constatar que, en pleno siglo XXI y mientras los crímenes machistas siguen siendo una trágica realidad, parte de la juventud, especialmente algunos chicos, ... muestra rechazo o desconfianza hacia el feminismo. En ciertos casos, incluso lo perciben como una ideología «contra los hombres». Esta actitud, lejos de ser un fenómeno aislado, obedece a múltiples factores sociales, educativos y psicológicos que deben analizarse para abordar el problema.
Uno de los motivos principales está en los nuevos canales de comunicación. Las redes sociales, convertidas en la principal fuente de información para los jóvenes, favorecen una visión simplificada y polarizada. Los mensajes se reducen a eslóganes que presentan el feminismo como una amenaza al papel tradicional de los hombres. Esta visión distorsionada se alimenta de desinformación y de los algoritmos, que refuerzan las posturas radicales e invisibilizan los matices y la esencia del feminismo como movimiento por la igualdad.
A ello se suma la instrumentalización política. Cuando partidos o movimientos utilizan el feminismo como arma ideológica, en lugar de defenderlo como una causa de derechos humanos, contribuyen a que los jóvenes lo perciban como algo partidista, ajeno a su vida o a sus preocupaciones.
Pero no se puede obviar un problema estructural: la falta de educación en igualdad desde edades tempranas. Muchos adolescentes no han recibido una formación real en respeto y empatía, lo que dificulta que perciban las desigualdades que, aunque a veces no se vean de forma directa, siguen afectando a millones de mujeres en el mundo. Esta carencia de herramientas favorece que proliferen los discursos antifeministas.
También influye la presencia de referentes mediáticos con discursos misóginos. 'Youtubers' o 'influencers' que, bajo la bandera de la «libertad de expresión», banalizan la desigualdad de género o caricaturizan el feminismo, presentándolo como un movimiento que victimiza a las mujeres o ataca a los hombres. Estos personajes se convierten en modelos a seguir para jóvenes que buscan identidad y pertenencia.
Desde la psicología se identifican otros factores. La adolescencia y la primera juventud son etapas claves en la construcción de la identidad personal. En ese proceso, cualquier discurso que cuestione los modelos tradicionales de masculinidad puede vivirse como una amenaza. Algunos jóvenes interpretan que el feminismo los responsabiliza de problemas sociales que no sienten como propios, generando rechazo defensivo.
La necesidad de pertenencia al grupo también influye. Si los amigos, los foros o los 'influencers' son críticos con el feminismo, es fácil que ellos lo sean también, ya sea por presión social o por búsqueda de aceptación.
No menos importante es el sesgo de confirmación, que lleva a las personas a buscar información que refuerce sus creencias. Si un joven interioriza la idea de que el feminismo perjudica a los hombres, seleccionará inconscientemente ejemplos que refuercen esa visión, ignorando datos o testimonios que la contradicen.
Por otro lado, la rebeldía frente al discurso adulto es clave. Si el feminismo se percibe como un mensaje impuesto desde las instituciones, los políticos o los profesores, algunos jóvenes lo rechazarán como parte de su actitud natural de cuestionamiento hacia la autoridad.
Finalmente, la falta de empatía juega un papel central. La capacidad de ponerse en el lugar del otro, fundamental para comprender la lucha feminista, se fortalece con la madurez y la educación emocional. Si no se cultiva desde la infancia, será difícil que los jóvenes entiendan las injusticias que enfrentan muchas mujeres.
El panorama es complejo, pero no insalvable. Es urgente actuar de forma decidida. No podemos permitir que la desinformación, los discursos de odio o la falta de formación sigan calando entre quienes representan el futuro de la sociedad. Debemos reforzar la educación en igualdad, promover espacios de diálogo donde los jóvenes puedan cuestionar sus prejuicios y comprender la realidad, y dejar claro que el feminismo no es una ideología contra nadie, sino un movimiento en defensa de la justicia y los derechos humanos.
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