Mascarillas y vacunas: histrionismo e imbecilidad
Cuando el Gobierno eliminó la exigencia de protección en exteriores renunció a justificarlo por el conocimiento científico
En España, a pesar de que se ha consolidado una élite relativamente extensa de personas preparadas, como la que tienen Estados Unidos, Inglaterra o Alemania, ... ciertas actitudes parecen indicar que somos un país de imbéciles. Por ejemplo, casi todos los políticos y muchos medios de comunicación audiovisuales cultivan el histrionismo y lo llevan a la práctica de forma habitual. Un ejemplo es la encuesta publicada el 28 de octubre sobre la pandemia. Además de ser un desatino, es un insulto y una falta de respeto a la ciencia, al conocimiento y a la ética. Nos centramos en alguna de las preguntas que hicieron a los ciudadanos. ¿Cree que la mascarilla se debe utilizar?, ¿en dónde?, etcétera. Es como preguntar: ¿cree que la teoría de la relatividad es cierta?, ¿cuándo se aplica?. Según los resultados, el 75% dijo que sí se debe utilizar en interiores, el 40% que también en exteriores... Lo que nos debemos preguntar es: ¿qué saben sobre la propagación del virus los encuestados? Nada. Entonces, ¿para qué vale la encuesta? Para nada.
La propagación de los virus es un problema muy complejo a cuyo estudio, teórico y experimental, se dedican algunos de los científicos especialistas en aerosoles. Hace casi un año, 168 de estos científicos con referencias internacionales en el campo, entre ellos un español que es catedrático en EE UU, basándose en bien probados trabajos teóricos y experimentales sobre la propagación de virus, redactaron un concienzudo informe. Este informe, con el fin de que lo puedan leer los políticos y, en general, cualquier ciudadano no contiene andamiaje matemático, por cierto muy complejo, y evita términos especializados. Se remitió a todos los gobiernos del mundo.
En el informe, entre otras muchas cosas, se dice: 1. Se ha comprobado que la propagación del virus por aerosoles es prácticamente nula en exteriores, excepto en aglomeraciones donde la trasmisión a menos de 30 centímetros es por 'jet' (chorro). Por tanto, excepto en aglomeraciones, las mascarillas no son necesarias al aire libre. 2. En interiores, aunque las situaciones son muy diferentes, por ejemplo una catedral o un local con techos de 2,70 metros de altura, dicen que es muy conveniente el uso de mascarillas. 3. Es totalmente innecesario el uso de desinfectantes. La disminución de contagios en los países del sur de Europa, antes y después de la vacuna, en los meses en los que se vive en la calle y se ventilan mucho los interiores, es una comprobación de lo que dice el informe.
A los que no quieren vacunarse habría que preguntarles si sus hijos recibieron la cuádruple
Cuando el Gobierno eliminó la exigencia del uso de mascarillas en exteriores, en vez de justificarlo con el informe científico, dijo: se suprime al estar una mayoría de ciudadanos vacunados. Esta justificación, junto con la encuesta, lo que han hecho es sustituir el conocimiento científico por el desconocimiento. Como consecuencia, podemos ver a personas haciendo senderismo con mascarilla o, lo que es peor, a muchas personas que están comiendo o bebiendo en interiores sin mascarilla y cuando salen a la calle se la ponen. Justo lo contrario de lo que nos dice la ciencia.
Lo mismo ha ocurrido con las vacunas. Se plantean encuestas en las que se hacen preguntas estúpidas. Por ejemplo: ¿qué vacuna prefiere?, ¿ve necesario vacunarse?... ¿Qué conocimiento tiene el ciudadano sobre la composición de la vacuna, su efecto sobre el cuerpo humano, su efectividad. Ninguno. A los que no quieren vacunarse, si tienen hijos, hay que preguntarles: ¿los ha vacunado de la cuádruple? Si dicen que sí, que son todos, ¿habría que preguntarles por las razones de su decisión?
Todo este proceso justifica el que una inmensa mayoría de españoles, a diferencia de los alemanes, no estemos orgullosos de nuestra ciencia y nuestra tecnología. Veamos un ejemplo relacionado con una encuesta a diez personas que trabajan en empresas que producen cosas. Las diez llevan mascarilla por la calle. Se les hizo referencia al informe y la contestación fue más o menos la misma: 'No me creo lo que dicen'. Es decir, no creen en la ciencia. El comentario subsiguiente sería: 'Yo no creo que lo que ustedes producen tenga la calidad adecuada; por tanto, prefiero lo de otro país con más garantía'. Es terrible el poco respeto por la ciencia en general y, en particular, por los científicos españoles con una presencia internacional en sus campos. Algún día habrá respeto y nos podremos codear con el grupo de cabeza.
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