
¡Sonreíd, maldita sea!
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¿La dictadura del pensamiento positivo saca lo peor de ti?Mi amiga Nerea se encontró el otro día con una sorpresa en su mesa de trabajo. Se trataba del libro 'Prohibido quejarse. Haz algo para ... mejorar tu vida y la de los demás', de Salvo Noé. La directa quedaba clara y enseguida se desveló que su jefe era el obsequiador. Todo muy cordial, pero el mensaje quedaba cristalino.
El libro, escrito por un psicólogo italiano, es un 'bestseller' internacional publicado en 2018 en nuestro país y, curiosamente, con un papel protagónico del papa Francisco en su éxito editorial. Al parecer, Salvo Noé se sintió identificado con algunas de sus homilías y se propuso hacerle llegar uno de los carteles con la señal de 'prohibido' que incluía en todos sus ejemplares. Invitado a la Plaza de San Pedro de Roma, Noé consiguió su propósito. Al pontífice le gustó el mensaje, pegó el cartel en la puerta de su estudio y se prestó a prologar la siguiente edición del libro.
Sin embargo, la queja no es mala 'per se'. Suele ser a menudo el origen de un cambio, el germen de una acción que conduzca a una solución. El propio papa Francisco se quejaba de las desigualdades y las injusticias del mundo. Dejando el libro a un lado, veo en la anécdota laboral de mi amiga una manifestación más de esta dictadura del pensamiento positivo de la que soy consciente desde al menos 2008.
Este fenómeno campa a sus anchas en las empresas porque resulta muy conveniente. Mensajes como 'no te quejes', 'sal de tu zona de confort', 'si la vida te da limones, haz limonada', 'sé resiliente', 'la vida no es lo que te sucede, sino lo que tú haces con lo que te sucede', son música para CEOs. Qué más quieren las organizaciones. Gurús, 'coaches' y oradores motivacionales difunden este positivismo histérico que hace furor entre personas propensas a abrazar cualquier frase de taza sin el menor cuestionamiento. Tienes que ser un cascabel aunque tu mundo se desmorone, parece ser la máxima. De lo contrario, pasarás a engrosar la lista negra de algún 'sonrisas 24/7'. Porque mucho pensamiento positivo, pero cuidado si no esnifas su estela con entusiasmo. No suelen tener sentido del humor.
Uno de los consejos recurrentes es el de 'aparta a las personas tóxicas de tu vida'. Lo gracioso es que las personas tóxicas siempre son las demás. Estoy segura de que todas hemos sido la persona tóxica de alguien en un momento dado. O hemos 'robado energía' a un amigo o amiga. ¿Quién no ha dado la murga por algún mal de amores y analizado hasta la extenuación todos los wasaps intercambiados previos a un 'ghosting', por ejemplo? Dejas a tu amiga fundida, pero hoy por ti mañana, por mí. Que sí, que a una mala persona no la queremos cerca, pero para eso no hace falta tanto libro o taller.
El caso es que hay personas felices con estos mensajes, entonces ¿por qué no dejarlo estar? Porque la dictadura del pensamiento positivo es peligrosa. Además de vender recetas simples para problemas complejos, causa mucho sufrimiento al negar las circunstancias, invalidar el contexto y reprimir cualquier emoción negativa. Todo se basa en tu salvación individual. El problema y la solución están en ti. ¿Tratar de mejorar el contexto? Ni se plantea. Resignación, resiliencia y 'mindfulness'. Adiós a los movimientos colectivos para mejorar las condiciones laborales o salariales, vecinales, climáticas…
Aunque el positivismo a ultranza esté de moda, cuente con legiones de adeptos y las empresas prefieran pagar un taller o charla motivacional en lugar de subir salarios, no parece que las fluorescentes de oficina irradien felicidad. Según el reciente Informe Workmonitor de Randstad, que analiza tendencias laborales, un 41% de españoles afirma haber dejado alguna vez un trabajo por un entorno laboral tóxico, un 8% más que el año pasado. Y no olvidemos al País Vasco, liderando el absentismo laboral nacional con una tasa del 9,8% en 2024.
Esta dictadura importada (sin aranceles) de EE UU ha permeado también en ámbitos como el de la salud, con una querencia especial por el cáncer. Mensajes crueles, sin ninguna base científica, como que si no te curas es porque no has tenido la actitud positiva que deberías, han ido calando en nuestra sociedad. ¿Pero no hay disidencia? ¿Dónde está La Resistencia? Por si alguien lo necesita, a mí me ayudó saber que no estaba sola al descubrir el libro de Edgar Cabanas y Eva Illouz, 'Happycracia', o el ensayo de Barbara Ehrenreich, 'Sonríe o muere'.
Este mundo sería peor si Rosa Parks hubiese obedecido en aquel autobús, si la resiliencia nos hubiera privado de los avances logrados por las luchas obreras y feministas, si Malala Yousafzai no hubiera protestado por el derecho de las niñas a la educación o si ese compañero de tu trabajo no se hubiera quejado de los wasaps y mails que os enviaban los fines de semana. Que no te la cuelen. Si quieres, puedes, Nerea ;).
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