Un plan para el impulso económico de Euskadi
El País Vasco tiene el mayor desequilibrio del Estado en el sistema de pensiones
Según un reciente estudio de la Fundación Adecco, en Euskadi, por cada joven que se incorpore al mercado laboral en la próxima década se jubilarán ... 4,6 personas. Se trata de la cifra más alta de España (la media es 2,9) y va a agravar el enorme déficit en nuestro sistema de pensiones (hoy ya de 4.300 millones, el mayor per cápita). Afrontamos un desafío que no admite demora. Por eso, además de interpretarlo en clave de problema, debemos verlo como un llamamiento 'ya urgente' a la acción, y como una oportunidad para dar un salto cualitativo y cuantitativo en nuestra economía.
No podemos entender el presente sin analizar nuestro pasado. Durante décadas, Euskadi padeció el azote del terrorismo, que nos dejó un grave problema estructural. No solo arrebató vidas y fracturó la sociedad, además expulsó a población, frenó inversiones y limitó la capacidad de generar empleo. Empresarios, profesionales y familias enteras buscaron otros destinos más seguros, y muchos proyectos que podrían haberse asentado aquí acabaron en otras comunidades o países.
Ese vacío dejó huella: menos tejido productivo, menos creación de empleo y, en consecuencia, menos juventud arraigada en nuestra tierra. Hoy, cuando analizamos la pirámide demográfica, constatamos nuestro nivel de envejecimiento y que falta relevo, también debemos reconocer que gran parte de esa carencia se explica por el contexto histórico vivido.
Euskadi no está sola en el desafío. Casi toda Europa afronta un envejecimiento acelerado. Pero nuestros datos son especialmente preocupantes, porque reflejan una base más debilitada. Y se suma otro fenómeno: muchos jóvenes formados en nuestras universidades optan por marcharse en busca de condiciones más atractivas. Generamos talento, pero no siempre logramos retenerlo.
La historia reciente nos enseña que Euskadi supo levantarse en momentos difíciles. En la reconversión industrial, el trabajo institucional, el esfuerzo de empresarios y trabajadores y la apuesta por la innovación nos convirtieron en una región puntera en energía, automoción o máquina-herramienta.
Hoy debemos aplicar, pero con mucha más intensidad, la misma receta: visión estratégica, unidad institucional y colaboración público-privada. El futuro no puede afrontarse solo con políticas sectoriales y demógraficas, sino con un plan integral de impulso económico que coloque a Euskadi en el mapa de la competitividad global. En ese plan, algunas acciones son absolutamente necesarias. En primer lugar, la toma de conciencia de nuestra realidad económica, a la que hice referencia en artículos anteriores, no insistiré en los datos. Pero, lamentablemente, ocupamos los últimos lugares del Estado en atracción de inversión, emprendimiento y crecimiento económico. Desafortunadamente, además, somos líderes en conflictividad y absentismo laboral.
En segundo lugar, debemos 'abrir Euskadi', creando un ecosistema más acogedor para quienes buscan oportunidades, y que facilite la llegada de inmigración, también cualificada. En esa acción, es necesario contar con un modelo educativo más abierto e internacional. Deberíamos poner especial atención y foco en los vascos que tuvieron que salir del país en los años más duros; decenas de miles de personas y sus descendientes, que pueden aportar mucho. También en los de la diáspora más antigua. Muchos de ellos son empresarios y emprendedores que podrían ubicar aquí sus proyectos.
En mi opinión, el plan debería apoyarse en 'cuatro palancas': inversión en ciencia y conocimiento, financiación, fiscalidad y diálogo. Las instituciones vascas ya están trabajando en algunas de ellas. El Plan Industrial Euskadi 2030 y la Alianza Financiera Vasca van en esa línea. Pero es necesaria una acción mucho más ambiciosa y transversal, que aborde los otros aspectos citados.
Se requeriría además una mayor colaboración interterritorial, Euskadi no puede trabajar en aislamiento. La cooperación con otras comunidades, en especial con Madrid, uno de los centros de mayor atracción de inversión en Europa (y donde se ubican muchas de las empresas que salieron del País Vasco), así como con otros países, puede ser esencial para atraer proyectos de escala. Completar la conectividad con el TAV es crítico y urgente.
La demografía es tozuda y nos obliga a mirar de frente un futuro inmediato con menos jóvenes y más jubilados. Pero, hoy más que nunca, debemos apostar por un plan de impulso que aproveche el talento generado, atraiga nuevas inversiones y recupere la confianza en nuestra economía. Si hace décadas supimos afrontar las dificultades y reconstruirnos, ahora debemos ser capaces de responder a los desafíos con la misma determinación y valentía. Tenemos la oportunidad de reinventar nuestra economía, fortalecer nuestra sociedad y asegurar que Euskadi siga siendo un país próspero para las generaciones futuras.
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