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No es antisemitismo, es la verdad

Aunque los gobiernos europeos endurezcan su postura contra Israel, el apoyo incondicional de Trump permitirá a Netanyahu continuar su genocidio

Viernes, 12 de septiembre 2025, 00:04

Lo primero que debería preocuparnos es que un compatriota nuestro ha muerto en Jerusalén, junto con otras personas, por el ataque de terroristas palestinos. Y ... ni siquiera era un objetivo. Simplemente tuvo la mala suerte de subirse a un autobús cualquiera, que los terroristas decidieron atacar porque así es como operan los terroristas palestinos: atacan casi al azar, sin ningún tipo de plan. Luego hay quien se sorprende de que los palestinos y los árabes en general lleven casi ochenta años coleccionando derrotas frente a un colectivo mucho más pequeño, pero muchísimo mejor organizado a todos los niveles.

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Sin embargo, una atrocidad no justifica otra de signo opuesto y muchísimo mayor. Por mucho que nos repugne la brutalidad sanguinaria de Hamás o la irracionalidad homicida de otros terroristas palestinos, eso no puede justificar lo que Netanyahu está haciéndole a la población civil de Gaza. Durante los últimos meses me he resistido a calificar de genocidio lo que allí sucede. 'Genocidio' significa la voluntad de asesinar a todo un colectivo. Durante los primeros meses del conflicto, el objetivo de Netanyahu no era realmente masacrar a los dos millones de gazatíes, que eso lo hubieran podido hacer muy cómodamente en cuestión de semanas. El verdadero plan era forzar la huida en masa de los gazatíes mediante una brutalidad sin límites, para luego poder decir cínicamente: «¡Oh! Nosotros no les expulsamos; ¡se fueron ellos solos!».

Negar que la guerra de Gaza fuese un genocidio no significaba blanquear las acciones criminales del estado de Israel, porque los bombardeos masivos, el arrasamiento de las estructuras urbanas y la voluntad de perpetrar una limpieza étnica constituyen crímenes de guerra y crímenes contra la Humanidad, además de ser terrorismo de estado de forma indiscutible. En cualquier caso, este plan fracasó porque los gazatíes solo podían escapar hacia Egipto, y los egipcios mantuvieron cerrada la frontera herméticamente. Eso dejó a Netanyahu sin más opciones que suspender los ataques y negociar la liberación de los rehenes, o seguir bombardeando sin medida. Netanyahu escogió la segunda opción y a partir de ahí, la guerra de Gaza es un genocidio. Otra cosa es que no logren culminarlo, pero el designio genocida está ahí, mediante bombas o mediante hambrunas.

En este contexto, los gobiernos europeos empiezan a romper filas con EE UU para endurecer sus posiciones contra Israel. Es una decisión lógica, casi inevitable dadas las circunstancias. Los sentimientos antiárabes están muy extendidos entre las poblaciones europeas, pero la brutalidad desmedida de Netanyahu está empezando a pesar más en su ánimo. Por coherencia, no podemos oponernos a la invasión rusa de Ucrania mientras nos ponemos de perfil frente a una invasión muchísimo más violenta. Putin aceptaría a los ucranianos como vasallos de Rusia si aceptasen someterse, en cuyo caso se les oprimiría exactamente igual que a los rusos étnicos de la propia Rusia. Los palestinos no tienen esa opción. Únicamente pueden morir o marcharse.

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La brutalidad de la ocupación israelí empuja a personas normales y corrientes al terrorismo ciego. Por eso dos personas cualesquiera suben armadas a un autobús y comienzan a matar gente al azar, pero de nuevo hemos de insistir en que una atrocidad no justifica otra de signo contrario. Si Hamás tuviese la misma potencia de fuego que tienen los israelíes, estarían cometiendo las mismas atrocidades que Netanyahu, pero no la tienen, y la población de Gaza no es Hamás, de la misma forma que la población de Alemania no era el partido nazi.

Dada la situación global, las medidas adoptadas por el presidente Pedro Sánchez son justas y muy razonables. Da igual que otras de sus decisiones en política exterior hayan sido erróneas, vergonzosas o incluso aberrantes. Aquí acierta y va en la línea que está adoptando el resto de Europa. Si se les puede hacer algún reproche a todos estos gobiernos, incluido el nuestro, es que sus acciones son demasiado poco y demasiado tarde. La reacción colérica del Gobierno israelí no es más que la maleducada rabieta de un criminal que carece de justificaciones para su conducta. Por eso insiste en acusar de antisemitismo a cualquiera que critique a Israel. Pero nunca es antisemitismo si las acusaciones son verdaderas y las críticas son fundadas, como sucede ahora. Al que le pique, que se rasque.

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¿Qué nos depara el futuro? Confieso que soy muy pesimista, pues preveo que, aunque los gobiernos europeos van a endurecer su postura contra Israel, Trump va a mantener su apoyo incondicional, de manera que Netanyahu podrá continuar su genocidio hasta culminarlo. Luego le tocará el turno a Cisjordania.

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