Vivimos tiempos complejos para la gestión de los recursos públicos. Más si estos quedan vinculados al ámbito de la salud, que integra la principal preocupación ... de nuestra sociedad. Los complejos problemas estructurales que caracterizan la sanidad pública incrementan la presión, la tensión política y social que recae sobre quienes, desde la representación política, defienden el sistema, el mantenimiento de su prestigio y su sostenibilidad. Lo más fácil es criticar, partiendo muchas veces del desconocimiento de la dificultad real que implica tratar de superar situaciones críticas estructurales como la actual. Hace falta pedagogía social y transmisión de información a los ciudadanos para que seamos conscientes de que nadie tiene la varita mágica. El acuerdo, la colaboración, la cooperación es el instrumento para tratar de hacer frente a tales retos. En nuestra sociedad lo público se asocia casi siempre al conflicto y se convierte en una especie de chivo expiatorio contra el que cargar todas nuestras insatisfacciones ciudadanas. Aflora solo lo negativo, el morbo, la bronca, los enfrentamientos, las disfunciones. Está bien criticar, denunciar y dar a conocer lo que no funciona bien, pero un mínimo ejercicio de responsabilidad en defensa de nuestros servicios públicos exige reivindicar de igual modo lo que se hace bien.
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Hay que defender y subrayar, además, el liderazgo que la dimensión de lo público debe asentar y reforzar en ámbitos como el sanitario o el socioasistencial dentro de nuestra sociedad. Y el Gobierno vasco está en esta dirección, su apuesta real y en particular la del Departamento de Salud liderado por la consejera Gotzone Sagardui se concreta en potenciar y mejorar nuestro sistema público vasco de salud. ¿Quién defiende de verdad nuestro sistema sanitario público por encima de todos los intereses cruzados en presencia? Cabría recordar que solo valoramos lo que tenemos cuando lo necesitamos. La pandemia representó una clara muestra de ello. Y la satisfacción y el orgullo ante nuestro sistema sanitario, ante Osakidetza, debe ir unido al sentido de responsabilidad y de profesionalidad para reforzar la sostenibilidad del sistema y la credibilidad de la ciudadanía en el mismo. Es cosa de todos, todos tenemos derechos y obligaciones, y la cultura de la queja y del agravio debe dejar paso a mensajes y actitudes proactivas, y por una vez trabajar mano a mano en beneficio de lo público.
El desarrollo de los principios de gobernanza en la definición, articulación y despliegue de las políticas de salud y de cuidados constituye un factor decisivo en la definición del modelo de coordinación de la atención sociosanitaria, y para ello deviene clave lograr que el desarrollo de un modelo de atención sociosanitaria efectivo, coordinado y sostenible centrado en la persona se articule en un marco institucional, comprometido, consensuado y de mutua confianza.
Respecto a la polémica abierta en relación a la OSI Donostialdea, hay ya en marcha un intento serio de restablecer los cauces de diálogo. La sensación entre los médicos y jefes de servicio del Hospital Donostia es de «resignación, hastío o cansancio» al constatar que aquellos acuerdos verbales alcanzados por ambas partes no se plasman en ningún papel. Pero merece la pena no abandonar la vía del diálogo para alcanzar acuerdos.
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Hacer frente a los retos pendientes requiere dosis de trabajo en equipo, exige reflexión y calma, porque no pueden ser resueltos de forma precipitada. La cultura de la queja es importante y ayuda a mejorar, pero junto a ella hay que intentar huir de la conflictividad, de la negatividad y de la utilización instrumental de la polémica generada. Compartir, reflexionar, debatir es la vía que podrá abrir el camino para futuros acuerdos en el diagnóstico y posterior materialización de medidas y de toma de decisiones por parte de quien tenga la competencia para ello. La metodología concretada en un proceso de diálogo abierto posibilitará avanzar hacia la resolución de todos los temas planteados y que convergen en el objetivo compartido de una organización para Euskadi, articulada de cara al futuro como una verdadera red asistencial: el servicio vasco público de salud de futuro concebido como sistema público de trabajo en red.
El debate pivota sobre ámbitos de calado y de complejidad; entre ellos cabe citar la política de personal, los perfiles profesionales en las oposiciones (con implicaciones legales nada desdeñables), el dimensionamiento de las plantillas, la evaluación periódica de los servicios con indicadores de calidad, la concreción del Consejo Clínico Asistencial que ayude a revisar la estrategia en Atención Primaria y en Atención Hospitalaria o la cuestión de las listas de espera, junto a la integración del hospital Onkologikoa en la red de Osakidetza y el nuevo convenio de vinculación. Merece la pena dar un voto de confianza anclado en el trabajo compartido, con un clima de diálogo constructivo y cada cual con su función y con su responsabilidad. Nos jugamos mucho porque Osakidetza es el gran reto de país.
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