Euskadi y la apuesta por el hidrógeno verde
Falta que la UE impulse y ordene las normativas del sector para homologar los procesos de producción
Hidrógeno verde, renovable, hidroducto, hidrogenera, electrolizador, vector energético… Son palabras que forman ya parte de muchos titulares e informaciones de los medios, y también de ... diferentes #etiquetas de las redes sociales.
Hoy es el Día Mundial de la Energía. Una buena jornada para recordar que tenemos un reto europeo: garantizar el suministro energético, ser climáticamente neutros en 2050 y mantener la competitividad de nuestra economía. Por eso, necesitamos un nuevo modelo energético basado en un mix de energías y nuevas tecnologías que permitan una transición sostenible, que dé respuesta al trilema respeto al medio ambiente, seguridad del suministro y precio asequible para ciudadanos y empresas.
En Euskadi hemos apostado una vez más por la innovación, la tecnología y la industria para afrontar este reto. Lo hicimos en los 90 por el gas, en la década siguiente por las renovables y ahora irrumpe con fuerza la oportunidad de crear un ecosistema basado en el hidrógeno renovable como vector energético, mientras consolidamos nuestro peso industrial, un 25% de nuestro PIB.
La transición energética no tiene marcha atrás, ha venido para quedarse y de las apuestas que hagamos dependerá que sea una oportunidad o una amenaza. ¿Por qué en Euskadi -y me refiero a las principales empresas, centros tecnológicos y las instituciones- apostamos por el hidrógeno renovable? Porque estamos convencidos de que es parte de una solución energética sostenible.
Los últimos acontecimientos en el mundo han hecho que percibamos de forma clara que la seguridad de suministro y el precio asequible, que parece que dábamos por descontado, no son algo evidente. El impulso y desarrollo del hidrógeno renovable se convierte así en un actor de relevancia por dos razones fundamentales. La primera, porque ofrece una solución al reto de la descarbonización de sectores que tienen difícil eliminar las emisiones de CO2, que mantienen un peso importante en nuestra industria y cuya competitividad de cara al futuro depende, en parte, de que sean capaces de alcanzar el objetivo de emisiones netas cero. En segundo lugar, porque contribuye a reducir la dependencia energética de otros países como factor de sostenibilidad.
Contamos con los ingredientes necesarios para que este ecosistema progrese
En Euskadi tenemos los ingredientes necesarios para que este ecosistema progrese: un centro industrial con gran producción y consumo de hidrógeno, un sector industrial a descarbonizar, empresas con capacidades para contribuir a desarrollar la cadena de valor del hidrógeno, una infraestructura de ciencia y tecnología para poder llevarlo a cabo, una situación estratégica como transporte internacional y un puerto con experiencia en regasificación.
Contamos con una estrategia de país, diferencial, basada en la creación de un ecosistema tecnológico industrial en torno a la economía del hidrógeno para favorecer su desarrollo. Es una estrategia integral, que incorpora a toda la cadena de valor, apostando por crear sinergias y contribuir al cambio del modelo energético y económico. Un proyecto de país, con cerca de 80 empresas y entidades que invierten y desarrollan hidrógeno renovable, trabajan en cooperación y son modelo para otras regiones y países.
La Asociación del Corredor Vasco del Hidrógeno, que se ha creado para impulsar el hidrógeno renovable en Euskadi, fruto de la colaboración público-privada, impulsa inversiones por más de 1.500 millones hasta 2026 en 46 proyectos diferentes de hidrógeno renovable.
Pero nos faltan tres elementos clave. El primero es que desde la Unión Europea se impulsen y ordenen las normativas del sector para homologar los procesos y productos del hidrógeno renovable. El sector del hidrógeno está a la espera de los pasos que tiene pendientes Bruselas para definirlas, y que den luz verde a la producción masiva de hidrógeno renovable. El segundo es el apoyo y respaldo definitivo sostenido en el tiempo para que los proyectos logren la rentabilidad económica necesaria para consolidar el sector. Y el tercero es la necesidad de formar y retener el talento necesario para un ámbito tecnológico que demandará miles de empleos directos e indirectos.
Es hora de que palabras como hidrógeno verde o renovable, hidrogenera, hidroducto pasen de los titulares de los periódicos a formar parte de nuestra industria y de una sociedad más sostenible.
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