¿Y si la inteligencia artificial fuera una bendición para Occidente?
Debemos evitar que el 'pánico colectivo permanente' paralice nuestro progreso
Eduardo Aretxaga
Director general de Confebask
Viernes, 19 de mayo 2023, 00:03
Desde la crisis de 2008, la sociedad occidental vive en permanente estado de miedo: miedo a la quiebra económica y a la pérdida del empleo ( ... la crisis financiera mundial inicial y la crisis del euro posterior en Europa); miedo a enfermar y perder la vida (la pandemia y la guerra en Europa tras la invasión de Ucrania); miedo a no poder llegar a fin de mes (la crisis de inflación actual); miedo a otras posibles catástrofes (nueva guerra fría EE UU-China, posible escalada mundial del conflicto en Ucrania o por Taiwán).
Todos los días encontramos noticias que contribuyen a ese 'pesimismo global', y parece que lo invade todo. Así las cosas, quizás ha llegado el momento de que los lideres mundiales, políticos y empresariales, contribuyan a cambiar esa visión pesimista, diseñando políticas y estrategias público-privadas que sirvan para desterrar ese estado de pánico colectivo permanente. Es necesario volver a generar esperanza y confianza en la ciudadanía en favor de un futuro prometedor, que destierre los populismos de derecha y de izquierda que desde entonces crecieron y hoy gobiernan muchos países de Occidente.
El debate instalado en torno a la inteligencia artificial (IA) tras la creación del famoso ChatGPT no es ajeno a esa visión y percepción pesimista sobre el futuro. Y, sin embargo, si nos detenemos un momento a reflexionar sobre las posibles mejoras económicas y sociales que en el caso concreto de la IA nos pudiera traer, quizás podríamos ver todo esto más como una oportunidad para Occidente que como el anuncio de su apocalipsis.
En este punto, me gustaría compartir la siguiente reflexión sobre las posibles ventajas que la IA puede ofrecer para el progreso económico y social de Occidente, en un contexto de claro 'invierno demográfico'. En concreto, lo que me pregunto es si la IA podría ser la tecnología disruptiva que nos hacía falta para obtener un incremento de escala en la productividad, suficiente para poder mantener un crecimiento notable del progreso económico en este siglo XXI, a pesar de que vamos a tener cada vez menos personas en edad laboral.
Todos los expertos apuntan que la IA va a provocar la eliminación de muchas tareas hoy realizadas por humanos y de empleos. Pero también aseguran que las empresas y organizaciones que la adopten verán aumentada drásticamente la escala de su productividad, pudiendo obtener igual o mayor producción con menos personas trabajando, compensando la pérdida de población en edad laboral que Occidente va a sufrir en este siglo XXI. Si la IA pudiera ser la solución a la cuestión que nos preocupa (mantener el crecimiento con menos personas en edad laboral), la siguiente cuestión es cómo monetizar ese incremento radical de productividad.
La clave estará en generar mayor productividad y también mayores ingresos económicos. Ingresos adicionales suficientes para, por un lado, tener trabajadores mejor pagados y con menores jornadas y, por otro, unas administraciones con los ingresos públicos suficientes como para sufragar el mayor gasto en sanidad y servicios sociales consecuencia de una mayor proporción de población envejecida. Dar una respuesta positiva a esta cuestión va a requerir, sin embargo, cambios profundos económicos y sociales que habrá que definir, liderar y monitorizar para evitar las dolorosas experiencias que Occidente vivió en épocas de cambios radicales y disruptivos en el pasado. También, desterrar la visión pesimista del futuro instalada entre nosotros.
Un nuevo tiempo que requerirá liderazgos emprendedores, transformadores y humanistas en el mundo político y empresarial. Liderazgos capaces de abordar cambios profundos y necesarios en las estructuras económicas y de producción, para lograr nuevos y amplios consensos sociales e intergeneracionales, y para alcanzar acuerdos sobre las nuevas formas y modelos de generación de riqueza, así como de nuevos consensos para distribuirla.
Los avances logrados en inteligencia artificial, computación cuántica y el genoma humano son cambios tecnológicos y de conocimiento tan disruptivos como lo fueron en el pasado el fuego, la rueda, la luz eléctrica, la computación binaria, el motor de vapor y combustión e internet. Todos los grandes cambios generan miedo. Los actuales también. Sin embargo, ciudadanos, empresas y gobiernos debemos aspirar y trabajar para que el actual pesimismo no paralice nuestro progreso. ¿Y si resulta que, lejos de vivir una era de caos, estamos a las puertas de un renacimiento inesperado?
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