Ordine, Touraine y Occidente
La desaparición del filósofo y el sociólogo se convierte en una tragedia en las 'sociedades débiles' de nuestra época
Nuccio Ordine y Alain Touraine, dos importantes joyas del ajuar del pensamiento occidental, acaban de fallecer. En las 'sociedades débiles' de nuestra época, inconsistentes y ... acomplejadas, que buscan solución a sus problemas husmeando en pseudofilosofías de medio pelo, en frasecitas de galleta y yogur, en 'escrititos' de autoayuda que en el mejor de los casos no sirven para nada, la pérdida de 'pensadores sólidos' como los citados se convierte en una tragedia para el denostado pensamiento occidental y, por supuesto, global. El edificio pierde dos de los pilares que lo sustentan y los ciudadanos, dos referencias de líneas de vida que necesitan como el aire que respiran.
El porqué de las afirmaciones de los filósofos y pensadores nunca es algo simple, puesto que a menudo los temas sociales, económicos y culturales se entrecruzan y se entrelazan de distintas formas con los temas teóricos y especulativos. Se ha ido dando razón gradualmente del trasfondo del cual han surgido las teorías de los filósofos, pero evitando el peligro de las reducciones historicistas, psicologistas y sociologistas, y poniendo de manifiesto el encadenamiento de los problemas teóricos y los nexos conceptuales y, por tanto, las motivaciones lógicas, racionales y críticas que en definitiva constituyen la sustancia de las ideas filosóficas y científicas.
El filósofo Ordine y el sociólogo Touraine dotaron de esta sustancia a su pensamiento y a las obras en las que lo plasmaron. 'La utilidad de lo inútil' y 'Los hombres no son islas' del primero, y 'Sociología de la acción', 'La voz y la mirada' y 'Crítica de la modernidad', del segundo, así lo reflejan, al igual que el resto de sus libros. En ellos también se evidencia otra realidad. Aquella que manifiesta que filósofos y pensadores son importantes no solo por aquello que dicen, sino también por las tradiciones que generan y que ponen en movimiento. Siempre teniendo en cuenta que algunas de sus posturas favorecen el nacimiento de ciertas ideas, pero, al mismo tiempo, impiden el surgimiento de otras. Y ello quiere decir que son importantes por lo que dicen y por lo que impiden decir, evidenciando de esta manera las complejas relaciones entre las ideas filosóficas y las ideas científicas, estéticas, religiosas y sociopolíticas.
El punto de llegada de la filosofía y de, en menor medida, otros ámbitos del pensamiento y de sus enseñanzas consiste en formar mentes ricas en contenidos teóricos, metódicas, capacitadas para plantear y desarrollar distintos problemas y para leer de modo crítico la compleja realidad que las rodea. Todo lo que Ordine manifestaba que estaba ocurriendo respecto a esta cuestión define a una sociedad que avanza hacia la consideración como inútiles de aquellas actividades que no sean lucrativas.
En este punto desaparecerán las antiguas lenguas de los planes de estudio, no se editarán los clásicos, los programas escolares y universitarios se enfocarán exclusivamente en el empleo, se acabará demoliendo cualquier institución que conserve y propague la cultura, se anulará todo rastro de creatividad, y con ello morirán literatura, filosofía y todo pensamiento que no conlleve beneficio económico.
¿Cómo reivindicar a los clásicos y el pensamiento occidental en un mundo bárbaro al que hemos llegado por el uso que hemos hecho de las herramientas que hemos construido para nuestro bienestar? ¿Cómo volver la vista atrás para entender el mundo en el que vivimos, tal y como añoraba Ordine, una de las voces más relevantes del pensamiento moderno? ¿Cómo considerar las aportaciones teóricas de Touraine en un mundo como el señalado? ¿Cómo encaja su sociedad posindustrial, la sociología de la acción y los movimientos sociales en un constructo teórico que desprecia lo que la cultura occidental ha logrado siglo tras siglo hasta esta época?
Hay momentos en los que el eterno desasosiego humano se agudiza hasta colindar con el histerismo y el nuestro parece ser uno de ellos. Crispación, individualismo exacerbado, injusticia y desigualdad social y económica, miedo al foráneo, racismo y, sobre todo, falta de anclaje en un proyecto común cuyo primer baluarte es la cultura, el pensamiento y la filosofía de una comunidad, la occidental, que no solo se cuestiona, sino que se rechaza de plano en pro de 'buenismos' destructivos de toda índole. Y en esta fase el arte, la cultura y la síntesis completa de toda la cosmovisión occidental (del antiguo legado de los griegos a la época helenística, de la aparición del cristianismo y el desarrollo de la escolástica medieval al renacimiento de la cultura clásica, de la revolución científica y filosófica de la era moderna a la mentalidad posmoderna y al nuevo realismo filosófico) resultan prescindibles. Y en ello estamos.
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