El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 5 de diciembre
josé ibarrola

Cordón sanitario o integración

¿Qué se debe hacer con los partidos extremistas, de derecha y de izquierda?

Domingo, 3 de julio 2022, 01:34

El lunes pasado se conmemoraba en el Parlamento español el día de las víctimas del terrorismo. El hemiciclo estaba en gran parte vacío. Quizá porque ... el tema está ya amortizado o porque no había asuntos muy relevantes y de actualidad a debatir y votar, aunque los miembros del PP, de Vox y de algunas asociaciones de víctimas dieron otra razón para su inasistencia: la presencia de EH Bildu en la votación. En realidad, Vox y el PP, con el beneplácito de ciertas asociaciones de víctimas, mantienen un cordón sanitario frente a EH Bildu, a quienes etiquetan de proetarras o de continuadores de ETA. De hecho lamentan que el Gobierno esté haciendo un «blanqueamiento» del terrorismo, o que un Ejecutivo que se apoya en ETA no puede hacer un homenaje a las víctimas del terrorismo.

Publicidad

Algo similar, aunque de color político distinto, tuvo lugar en Valladolid, en abril pasado, cuando Mañueco (PP) fue investido presidente de la Junta de Castilla y León gracias al apoyo de Vox, que neutralizó el voto en contra del conjunto de la oposición. Aunque los populares dejaron ver la incomodidad de haber logrado la presidencia a cambio de abrir la puerta de los gobiernos autonómicos a la extrema derecha por primera vez en la historia de España.

Uno tras otro, los portavoces de la oposición censuraron que el PP hubiera «claudicado» ante el ideario ultra de Vox y coincidieron en calificar a Mañueco como el «caballo de Troya de la extrema derecha». El portavoz socialista afeó a Mañueco por «no estar en el lado correcto de la Historia» y sumir a «esta tierra milenaria en tiempos oscuros», y se lamentó de que hoy Europa mire «avergonzada» hacia Castilla y León, mientras que en Francia los partidos políticos reaccionan al «avance de una extrema derecha a la que todos llaman por su nombre».

Mal de muchos, consuelo de tontos, se suele decir, pero tras las recientes legislativas en Francia, nos encontramos con más de lo mismo, lo que no pudo prever el portavoz del PSOE en Valladolid. El partido de extrema derecha de Marine Le Pen se ha colado con 89 representantes en el Parlamento y ha logrado dos vicepresidencias. Veremos sesiones en la Asamblea Nacional presididas por miembros de Reagrupación Nacional (antes Frente Nacional).

Publicidad

Esto ha puesto los pelos de punta a no pocos. Me limito a mencionar la Revista 'Esprit', fundada por el creador del personalismo cristiano, Emmanuel Mounier. En su último número, con la firma de 'La Redacción', podemos leer que es «francamente vergonzoso que un Ejecutivo (el de Macron), que ha llegado dos veces al poder gracias a los votos de quienes se interpusieron en el camino de la extrema derecha, se permita examinar situaciones 'caso por caso', negando el principio mismo de lo que 'hacer frente' significa». Y añade que «ya no podemos decir que la ultraderecha está 'a las puertas del poder'. Ha entrado en el corazón de nuestras instituciones, se ha abierto paso hasta allí de forma lenta pero segura. Todas las fuerzas políticas tienen ahora la responsabilidad histórica, no solo de mantener vivas las instituciones republicanas, sino de defender nuestra democracia». La democracia estaría en peligro.

Estas situaciones en el Parlamento español, en el de Castilla y León y en Francia (y se pueden citar más casos) nos sitúan ante una disyuntiva complicada: con los partidos extremistas, de derecha y de izquierda, ¿qué se debe hacer: cordón sanitario o integración? Hay ejemplos para todos los gustos. Personalmente me inclino por la integración en los tres casos mentados.

Publicidad

La distinción que hace Max Weber entre «ética de la convicción» (moralidad de los principios) y «ética de la responsabilidad» (cálculo de las consecuencias de los comportamiento o acciones) es famosa, aunque su aplicación es más compleja de lo que parece. Weber dice en ciertos textos que las dos éticas son complementarias; en otros textos, que son antagónicas. Muchos han subrayado que, desde un punto de vista lógico, las dos éticas son inseparables. Solo somos responsables ante principios o convicciones. Solo elegimos ser responsables por lealtad a convicciones que queremos traducir en hechos.

Pero, en la opacidad de las circunstancias y la imprevisibilidad del futuro, se desdibuja la pureza de los vínculos lógicos. Una convicción impotente, desprovista de medios, no es más que una postura. A la inversa, una acción cuyos medios o consecuencias contradicen los fines es un fracaso y una traición. La ética de la responsabilidad se autodestruye cuando la preocupación por la eficiencia sacrifica los principios en los medios de acción. La ética de la creencia se autodestruye cuando la firmeza de los principios conduce a resultados que retrasan o impiden la realización del principio.

Publicidad

Luego ¿qué hacer? No veo más que una salida. Congeniar la ética de la convicción con la de la responsabilidad, analizando los resultados más probables, aceptando la complejidad de la vida, sabiendo que cometeremos errores. Pero hay algo peor. Tener las manos limpias porque hemos optado por quedarnos en casa, con la puerta y las ventanas cerradas. Quedarnos sin manos. ¡Que decidan otros!

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad