sr. garcía

El bigote de Hitler

La mirada ·

El mundo está revuelto y hay heraldos de la maldad esperando su oportunidad. Ojalá seamos capaces de no abonar el terreno

Domingo, 7 de noviembre 2021, 01:35

Resulta que, exagerando un poco, yo creía que Hitler había nacido con el bigote que todos conocemos; es decir, que la comadrona y su madre, ... cuando vieron asomar la cabeza de la criatura con el bigotito, gritaron las dos al unísono: «¡Ha nacido Hitler!». Y es que, para mí, hasta hace nada y parafraseando a Quevedo, Hitler era un hombre a un bigote pegado, logo, seña de identidad y heraldo de la maldad.

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Pero, como es lógico, no fue así. Adolf no se adornó con ese bigote hasta principio de los años 20, antes llevó otro. A finales del siglo XIX y hasta principios del XX estaba de moda el bigote Káiser (emperador), usado por Guillermo II, último emperador de Alemania, y que también era conocido como 'manillar moustache', bigote de manillar, porque los laterales se levantaban hacia arriba recordando el manillar de una bicicleta.

Hitler, en su juventud, llevó este tipo de bigote, se puede comprobar en alguna fotografía que se conserva de cuando estuvo en el frente ejerciendo como correo durante la Primera Guerra Mundial. Pero ya en 1924 le vemos con el bigote que se ha convertido en su logotipo. El bigote de Hitler se llama 'toothbrush moustache', bigote de cepillo de dientes, corto y espeso como un cepillo.

Este bigote se puso de moda en Estados Unidos y se consideraba más sencillo y pulcro que el de Káiser. Hay personajes muy conocidos que lo llevaron: Charles Chaplin, a quien Hitler admiraba; Oliver Hardy, el del Gordo y el Flaco, así como Vladímir Karpov, militar soviético de la Segunda Guerra Mundial que luego se dedicó a la literatura, y otros muchos. Alexandre Moritz Frey, médico en el regimiento de Hitler durante la Primera Guerra Mundial, en el ensayo 'El privado desconocido: recuerdos personales de Hitler', afirma que los mandos obligaron a Hitler a recortarse el bigote Káiser porque le daba problemas con la máscara antigás, aunque otros aseguran que la razón fue simplemente que el 'toothbrush moustache', el bigote de cepillo de dientes, se puso de moda.

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El 11 de noviembre de 1918 se firmó en Le Francport, cerca de Compiègne, el Tratado de Armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial en el frente occidental. La guerra terminó en todos los frentes el 28 de junio de 1919 con la firma del Tratado de Versalles. Por los artículos 231-248, la llamada Cláusula de Culpabilidad, Alemania fue considerado culpable del inicio de la guerra y de todos los daños morales y materiales que se produjeron, por lo que se le impuso una indemnización de 132.000 millones de marcos de oro, equivalentes a unos 33 millones de dólares. En 2010, Ángela Merkel hizo entrega del último pago, 69,9 millones de euros, poniendo «fin a la guerra».

En cuanto al poder militar, Alemania tuvo que entregar todo el material militar y la flota de guerra, el Ejército quedó reducido a 100.000 hombres, incluidos oficiales, sin artillería pesada, submarinos ni aviación, se prohibió la fabricación de material de guerra y el servicio militar obligatorio fue suprimido. El conde Ulrich von Brockdorff-Rantzau, que dirigió la delegación alemana, dijo que los aliados acababan de «sembrar el odio de mañana». Y no le faltaba razón.

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Esta cláusula fue para el pueblo alemán una terrible humillación que dejó, además, al país en la miseria. El escenario se convirtió, según muchos expertos, en terreno abonado para el surgimiento de la extrema derecha y el fascismo.

Así fue. La violación del Tratado de Versalles dio a Hitler y al Partido Nacionalsocialista credibilidad ante los alemanes, que estaban deseando que alguien se atreviera a hacerlo. Y lo cierto es que, a partir de ese momento, el bigote de Hitler empezó a abrirse paso en la historia y a convertirse en símbolo de muerte y destrucción.

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Hoy, el mundo está muy revuelto y hay muchos hitleres esperando su oportunidad, agazapados bajo el disfraz de cabo, profesor o albañil. Ojalá seamos capaces de no abonar el terreno para que uno de esos dé el salto. Ojalá que no vuelva a ocurrir jamás lo que ocurrió entonces.

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