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¿Morir o vivir de viejos?

La expectativa de vida se acerca a los 90 años. ¿Mantener a la tercera parte de la población cerca de esa edad será económicamente posible?

Augusto Borderas

Doctor en Medicina

Domingo, 2 de julio 2023, 23:30

Los países desarrollados caminan hacia una población en crecimiento senil, a la vez de una disminución apreciable de la natalidad, compensada, tanto en Norteamérica como ... en Europa con la llegada incontrolable de la inmigración. La expectativa de vida en nuestro ámbito social está llegando hasta casi los 90 años. ¿Mantener a la tercera parte de la población próxima a esa edad será posible económicamente?

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Un grupo de científicos explican en un artículo en la 'National Academy of Sciencies Review' que, tras un estudio de material genético de 137 familias de longevos de origen europeo (caucásicos) que viven en EE UU, han podido detectar elementos -genes- en lugares del cromosoma 4 que estarían relacionados con la longevidad. Durante ocho años analizaron y compararon el material genético de 308 centenarios o hermanos de otras personas de más de 91 años para hallar posibles segmentos comunes. Esta investigación se resume en la presencia de bandas semejantes en zonas de cromosoma 4, que contendrían de 100 a 500 genes y estos asegurarían un «envejecimiento saludable».

Hasta aquí la noticia. Detrás de esta y otras, en relación con la longevidad humana, hay una primera pregunta: ¿Por qué envejecemos? Vivir es envejecer, la vida es un riesgo permanente ante multitud de situaciones. Hay un aspecto decisivo: ¿Cuál sería la fecha límite de las diferentes especies animales incluidos los humanos? En estos momentos se estima que este límite genético estaría para los humanos entre 100 y 120 años. No sabemos con seguridad por qué unas especies viven más o menos. Los ratones, no más de 2 años, 15 los perros, 20 los caballos. Es raro que un simio viva más de 50 años. Por otro lado, hay tortugas que superan los 150 años. Muchas de estas situaciones se relacionan no solo con la capacidad de defensa frente a las agresiones exteriores, sino también con la capacidad inmunológica de la especie frente a las infecciones. Los indios norteamericanos fueron casi exterminados por el sarampión, la varicela, la viruela, la tuberculosis… y el alcohol.

La división de nuestra actividad vital por ciclos también influye: la infancia y la lactancia humanas son de las más largas en la escala zoológica. La especie humana es la única cuyas hembras viven tras la desaparición de la capacidad de procrear (menopausia) y además son fértiles sin presentar apariencias exteriores cíclicas. Todas estas circunstancias influyen en la progresiva evolución hacia la longevidad.

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Pero han sido las medidas higiénicas, alimentarias, preventivas las que han dado el gran salto de haber superado los periodos críticos de la especie humana, especialmente la mortalidad infantil que de un 200 por 1.000 a principios del siglo XX en Europa se situó en un 6 por 1.000 a finales del mismo siglo.

Pero además de estos aspectos hay indudablemente otros. El ser humano es un individuo pluricelular, está compuesto por muchas células y además especializadas. Aclaremos esto: nuestro organismo está en perpetua renovación, nos crecen el pelo, las uñas, cambiamos la piel, pero también se renuevan el hígado, la sangre, los huesos; y no puede ser que en el hígado crezca un hueso o al revés. Esta especialización está dirigida por los genes que se hallan en los núcleos de las células de los diferentes tejidos. El numero de las divisiones intracelulares para crear una célula, ¿sería limitado? Hay conocimientos que apoyan esta tesis a partir de la desaparición de los segmentos cromosómicos: los telómeros. Habría un límite de reproducción celular que poco a poco iría imposibilitando la renovación de los tejidos: límite de Hayflick. Solamente ciertas células en un estadio de inmadurez-potencialidad mantendrían esa capacidad de reproducción: son las llamadas 'células madre' puestas de actualidad al ser manejadas desde embriones humanos no utilizados.

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Pero hay también otras causas acompañantes del envejecimiento: los radicales libres de O2, que producirían una oxidación orgánica compensada teóricamente por la ingestión de sustancias como las vitaminas A, E y C. Se ha comprobado también que la dieta hipocalórica aumenta la longevidad; en pocas palabras, los gordos mueren antes.

También el declive en la secreción de hormonas a partir de una cierta edad, 50-60 años, y especialmente desde el gran centro regulador que es la zona baja y central del cerebro: la neurohipófisis. La decadencia de las hormonas sexuales, tiroideas y otras condiciona también la vejez.

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Los mitos de la búsqueda de la eterna juventud, la fuente de la vida, el jardín del Edén o la inmortalidad son algo tan antiguo como el mundo. Pero ¿de qué estamos hablando, de mitología o de gerontocracia? Todavía son muchas más las preguntas que las respuestas.

Para Maider Etxebarria, primera alcaldesa de Vitoria, con la alegría de haber sido su pediatra

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