Más transparencia
Editorial ·
El cambio en las OPE de Osakidetza resuelve solo de forma parcial la recuperación de la credibilidad perdida que necesita el sistemaEl correo
Miércoles, 9 de octubre 2019, 00:16
Al modificar en profundidad el modelo de ofertas públicas de empleo (OPE) vigente hasta ahora en Osakidetza, el Gobierno vasco asume de forma implícita no ... solo que estaba obsoleto, como resulta obvio, sino también un inadmisible error de bulto sostenido en el tiempo: el sistema actual favorecía el 'enchufismo' en el acceso a la función pública. Una realidad que el Ejecutivo de Iñigo Urkullu ha negado con una contumacia digna de mejor causa hasta que apabullantes evidencias han puesto de manifiesto estrepitosos errores en los mecanismos de control habilitados para garantizar la limpieza del proceso y han forzado una rectificación ineludible aunque tardía. La presunta filtración de exámenes para médicos especialistas en la OPE del pasado año no solo constituye una burla a cientos de aspirantes que optaban a plazas adjudicadas 'a dedo' de antemano. Supone, además, la comisión de posibles delitos que investiga un juzgado de Vitoria, un baldón para el prestigio de la Administración y un mayúsculo escándalo que ha desencadenado la dimisión del exconsejero Jon Darpón y otros tres altos cargos. Ningún otro caso vinculado a la gestión del Gobierno vasco se ha cobrado tantas víctimas políticas.
Las 37 medidas anunciadas ayer por la consejera de Salud, Nekane Murga, pretenden modernizar un modelo anticuado y poco ágil -el de unas OPE escasas y masivas- que se ha revelado ineficaz para combatir la elevada interinidad en Osakidetza y dotar de estabilidad a su plantilla. Pero las propuestas persiguen, sobre todo, evitar filtraciones tras la bochornosa constatación de amaños que sustituyeron a los principios de igualdad, mérito y capacidad que deben regir la selección de empleados públicos. La elección por sorteo de los miembros de los tribunales calificadores, que no conocerán los ejercicios hasta el día en el que se celebren las pruebas, y la introducción del azar en su contenido final han de contribuir a que el proceso recupere su exigible transparencia. Esas razonables acciones contrastan con la inclusión de entrevistas personales, con el peso de subjetividad que conllevan. Y, especialmente, con el encargo a los tribunales de la preparación de los exámenes prácticos a pesar de que el fraude que investiga la Justicia tiene su origen en esas atribuciones, que Osakidetza se había comprometido a retirarles por una elemental cautela. Ese paso atrás se hace difícil de entender cuando el Gobierno vasco ha de ser el primer interesado en devolver al sistema la credibilidad perdida. Entre otras razones, porque en este envite pone en juego la suya propia.
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