La familia, la audiencia, la guillotina
Para la aristocracia del entretenimiento es el peor de los tiempos
«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos». El mejor para algunos. Para los nuevos aristócratas, por ejemplo, que Felipe ... VI ha concedido sus primeros títulos nobiliarios. Ahora, además de fabulosa, Luz Casal es marquesa de Luz y Paz. Atiende qué floritura, que parece sacada de un cuento. Ya me podían nombrar a mí Baronesa del Costumbrismo. Por dar ideas, lo digo.
Para la aristocracia del entretenimiento, en cambio, es el peor de los tiempos. Parecía lo contrario, porque, tras ser desterrados de Tele 5 al pisito de 'Ni que fuéramos shhh', los condes del Salseo Glorioso volvieron al reino de la televisión gorda, al palacio de 'La familia de la tele'. Desafortunadamente, aquello resultó una cárcel con goteras donde han cumplido una condena de seis semanas y media para acabar siendo guillotinados por la audiencia en la plaza pública (y tan pública).
El regreso triunfal del exilio se convirtió en amargura. Para ellos y para nosotros. A María Patiño se la comía el ansia viva, Lydia Lozano chumineaba sin ganas y Belén Esteban, otrora princesa del pueblo, terminó por ser destronada. Ya no eran los mismos, o no les dejaron serlo, o les pudo la presión, o se dejaron llevar por los cantos de sirena tuiteros, o se creyeron Grandes de España (que los son), o todo junto. A pesar de los pesares, allí seguimos unos pocos nostálgicos del Antiguo Régimen, pero no fue bastante. Kiko Matamoros, lector voraz y conde del Sarcasmo, podía haber citado al Dickens de 'Historia de dos ciudades' en el último programa: la guillotina «era el mejor remedio para el dolor de cabeza, lo que impedía que el cabello encaneciera, y lo que daba al cutis una delicadeza especial». Pues mira, ya descansan.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.