Luis Michelena

Rebrotes en Euskadi

Editorial ·

La alerta desatada por los contagios en Ordizia revela los riesgos de relajar el cumplimiento de las medidas de seguridad

EL CORREO

Martes, 7 de julio 2020, 22:59

El Gobierno vasco no se plantea «de momento» confinar a la población de Ordizia para frenar la propagación del brote que ha contagiado ya a ... 35 personas y obligado a aislar a otras 300. Por ahora cree suficiente el cierre de los parques, el polideportivo y la biblioteca decretado ayer por el Ayuntamiento y la aplicación de restricciones a los establecimientos hosteleros y de ocio. El rápido aumento de las infecciones en esa localidad y otras limítrofes, cuyo paciente cero es un vecino que visitó la zona afectada de Lleida, enfrenta a Osakidetza a la crisis más seria desde la implantación de la 'nueva normalidad'. Con ella, Euskadi asumió el control la pandemia, un proceso que para saldarse con éxito requiere un comportamiento responsable por parte la ciudadanía, además de un sistema sanitario preparado para la detección precoz de los casos e impedir así su extensión acelerada.

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Este foco y los que permanecen activos en el resto de España -los más graves, en Cataluña y Lugo- confirman una evidencia clamorosa: el levantamiento del estado de alarma hace apenas veinte días no significa que el virus haya desaparecido. Ni que haya dejado de ser un peligro para la salud pública. El crecimiento de la movilidad y de los contactos sociales tras la supresión de restricciones vigentes durante meses eleva la posibilidad de nuevos contagios. De ahí que resulte ineludible el riguroso cumplimiento de las medidas preventivas. Los positivos descubiertos constituyen un aviso sobre los riesgos que comporta una insensata relajación en ese terreno.

El Gobierno vasco debe actuar con la máxima firmeza para atajar rebrotes como el de Ordizia, que pueden repetirse en cualquier punto de Euskadi. La proximidad de las elecciones del domingo no ha de suponer impedimento alguno en ese sentido. Osakidetza se ha mostrado eficaz en el rastreo de los contagiados para descubrir con la mayor rapidez qué otras personas han estado expuestas y contener el alcance de la infección. Pero, aun siendo importante la tarea de las administraciones en la lucha contra el Covid-19, existe una responsabilidad todavía mayor: la de los ciudadanos. A ellos corresponde asumir de una vez que no pueden comportarse como si la pandemia no hubiese existido. Lo ha hecho y dejado un insufrible reguero de víctimas, lo que obliga a modificar hábitos de vida al menos hasta que se descubra un remedio contra el virus.

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