El presidente insomne
Es admirable la disposición de Pedro Sánchez al optar por el insomnio en lugar del apacible sueño. Con Unidos Podemos en el Gobierno ya no ... podrá dormir tranquilo. Dormir bien es signo de buena salud mental, mientras que el insomnio es señal de desasosiego. Se duerme mal cuando no se está conforme consigo mismo y las pesadillas se vuelven recurrentes. El presidente en funciones dijo que si no pactaba con Unidas Podemos era porque de hacerlo no podría dormir tranquilo. Algo ha cambiado tras el 10-N y seguramente será que Pedro Sánchez ha vuelto a cambiar el colchón de su cama en la Moncloa. El líder socialista se dispone a formar Gobierno con Pablo Iglesias como vicepresidente y no sabemos si Nadia Calviño tendrá que esperar mejores tiempos para ser vicepresidenta, tal y como Sánchez prometió en el debate electoral a cinco en la televisión. Pero ya se sabía lo que la palabra de Pedro Sánchez vale.
Con Pablo Iglesias de vicepresidente el Ejecutivo de España adquiere un sesgo bolivariano que a buen seguro encantará a quienes aborrecen el discreto marco constitucional que nació en 1978. Unidas Podemos es uno de sus máximos impugnadores y ahora podrá socavar desde dentro del Gobierno los consensos que todavía subyacían a nuestra Constitución. La monarquía será en lo sucesivo objeto constante de cuestionamiento y los secesionistas catalanes y vascos verán avaladas sus posiciones desde la mesa del consejo de ministros. La política exterior se alineará con Venezuela y España se constituirá en vanguardia de todas las causas justas. El feminismo impondrá su ley y los ricos de España habrán de refugiarse en Andorra o en las Seychelles. Amancio Ortega será designado 'persona non grata' y tendrá que renunciar a sus mecenazgos varios.
Tal vez suene a broma lo que antecede, pero si bien Pablo Iglesias no logró alcanzar el cielo de la Moncloa en solitario como pretendía, lo hará de la mano de un presidente socialista hipotecado al populismo rampante del dirigente podemita.
El presidente en funciones adolecía ya de la hipoteca política que el PSC de Miquel Iceta representa para el PSOE. Los socialistas catalanes han condicionado toda la política del sanchismo en Cataluña. Convertido en rehén del nacionalismo claudicante de un socialismo que prioriza la identidad a la equidad. El PSC de Iceta, lejos de ser la versión catalana del PSOE, es más bien la versión socialista del nacionalismo catalán. El PSC dictaba, hasta la fecha, la política catalana del sanchismo y a partir de ahora podrá contar con el apoyo explícito del Podemos gubernamental para aplicar los indultos solicitados por los condenados en el juicio del 'procés' o relanzar el falso diálogo con quienes solo desean hablar de lo suyo. La coincidencia de Podemos y del PSC en el entorno gubernamental de Sánchez hará más plausible el diálogo con el independentismo y el eventual referéndum secesionista en Cataluña. Al gravamen de la hipoteca que el PSC representa para Sánchez, se añadirá en el próximo Gobierno el gravamen del populismo partidario de la España plurinacional.
Con Iglesias en el Ejecutivo todo irá a peor si lo miramos no solo desde la perspectiva constitucionalista, sino desde el ámbito de la economía, del bienestar social y de la convivencia ciudadana. Al asociar la suerte del socialismo español al carro del populismo podemita se ahonda en la trinchera que Zapatero comenzó a cavar y que Sánchez ha utilizado para polarizar a la ciudadanía española.
En las últimas elecciones del 10-N, se ha constatado una radicalización de los extremos políticos. El secesionismo ha crecido en número de escaños y Vox ha resultado ser el triunfador de las elecciones, tras los amaños de Sánchez al exhumar a Franco y disimular la violencia desatada por el secesionismo en las calles de Cataluña. Es posible que la progresiva polarización política en España haya dado resultados electorales al sanchismo, pero es una enorme irresponsabilidad el azuzar las pasiones políticas de una sociedad que había pasado página a su historia más desgraciada y cruenta. Ahora, con UP en el Gobierno, las pasiones más tristes, lejos de amortiguarse, pueden rebrotar con virulencia. El surgimiento de Vox no es casual y los pujos frentepopulistas esgrimidos por el sanchismo no son seguramente ajenos a ello.
Con todo, y aun sumando sus fuerzas, el PSOE y Unidas Podemos no alcanzan la cifra para configurar una mayoría de Gobierno capaz de dar estabilidad a España. Será una mayoría endeble y frágil debido a la difícil coexistencia de dos fuerzas hasta ahora enfrentadas por la hegemonía en la izquierda. Necesitarán de otros apoyos que solo pueden provenir desde los nacionalismos, que solo aspiran a rebasar nuestro marco constitucional. Desde el PNV y EH Bildu, hasta ERC y el partido de Puigdemont, no darán su apoyo gratis al Ejecutivo de socialistas y populistas y Sánchez se verá obligado a reiterar encuentros vergonzantes como el del palacio de Pedralbes. Pablo Iglesias se convertirá en el presidente vicario que peregrine a la cárcel de Llenoders, cada vez que requiera el voto de Junqueras para aprobar una ley. Ley que Vox llevará al Tribunal Constitucional sin dudar un ápice.
Es problemático el que Pedro Sánchez pueda conciliar el sueño en este contexto político que ha elegido. Dormir bien es necesario para gobernar con ánimo sereno y prudencia política. Es de temer que un presidente insomne termine siendo víctima de sus pesadillas. Francisco de Goya ya nos anticipó que la razón insomne produce monstruos y pesadillas.
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