La memoria de la Fiscalía alertó sobre los sobreseimientos y absoluciones que estaba causando el mal funcionamiento de las pulseras GPS que protegen a algunas ... víctimas de violencia machista y la ministra de Igualdad, tras unas horas confusas, reaccionó ayer. Y, bueno, todo es un error. «Y ahora viene la asunción de responsabilidades», pensará usted. Pues no. Según la ministra Redondo, el error es de la Fiscalía, que hizo «una valoración sin datos». El argumento sorprende. Las memorias fiscales no suelen escatimar en datos y los problemas con estas pulseras no son nuevos. Especialmente, desde que en marzo de 2024 cambiaron las empresas adjudicatarias del servicio. Entonces leímos en estas páginas que en el País Vasco jueces, fiscales y policías estaban advirtiendo del mal funcionamiento de los aparatos y de los problemas que causaban en la protección de las víctimas.
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El Gobierno se escuda ahora en que ninguna mujer ha sido agredida por culpa de las pulseras y que son pocos los casos en los que la pérdida de datos -este es el problema que señala la Fiscalía- ha provocado sobreseimientos de juicios y absoluciones. El modo en el que mueve el listón el Gobierno más feminista de la historia es llamativo. Los gritos en un colegio mayor pueden ser el acmé del terrorismo machista, pero que los agresores se vayan de rositas por errores informáticos son cosas que pasan, menudencias a las que se les da visibilidad con intenciones espurias.
Al fondo ya del callejón exculpatorio, el Gobierno rechazó ayer las críticas del PP porque la oposición no defiende a las mujeres. Es un ejemplo de cómo la hiperideologización corroe marcos discursivos llevándolo todo a un terreno aparentemente moral en el que termina por negarse la legitimidad del adversario. Sirve para ganar discusiones en redes y apretar las filas, pero no para resolver problemas reales. La política populista también desactiva la rendición de cuentas y propulsa la ineficacia. Por no hablar de lo que hace con la lógica. Hay que sentarse a entender que mejorar la vida de la gente consista en blandir sin descanso rimbombantes abstracciones y no en que la información de las pulseras GPS llegue a los tribunales y los maltratadores no se libren por falta de pruebas.
Rusia
Ensayos y generales
Ursula von der Leyen propuso este viernes cerrar de una vez el grifo del gas ruso ante la evidencia de que Putin aumenta sus amenazas a la Unión. No se sabe si antes o después de que esas palabras se oyesen en Bruselas, tres cazas rusos entraban en el espacio aéreo de Estonia sin permiso ni transpondedores y horas después sobre Polonia, lo que provocó el despegue inmediato y defensivo de cazas de la OTAN. Se consumó así otro episodio de alta tensión en el Báltico. Cuando hace diez días Polonia derribó drones rusos en su espacio aéreo, el portavoz del Kremlin Peskov, con el cinismo del encargado del departamento de Atención & Satisfacción del cliente en los sótanos de la Lubianka, acusó a la UE de no dejar de acusarles a ellos de provocar. Cuando le preguntaron qué pasaba entonces con los drones, Peskov respondió que él de eso no entiende. Y remitió al Ministerio de Defensa, que primero no dijo nada y después aclaró para tranquilidad de nadie que los drones tampoco llegaron a Polonia con malas intenciones. Se insiste en que estas acciones de Rusia no son un error, sino un desafío, pero no sé si se escucha tanto, al menos desde aquí, a quienes advierten -por ejemplo, el ministro italiano de Defensa- que son, sobre todo, un ensayo.
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