Presidente interpuesto
China ·
Macron y Von der Leyen buscan la influencia de Xi Jinping en la solución de la guerra de UcraniaUna semana después de que Pedro Sánchez visitase China, aterriza Macron en Pekín y el primer ministro Li Quiang celebra que el francés sea «el ... primer gran líder occidental» al que reciben. Ojalá sea la clase de malentendido que se soluciona ejecutando un par de traductores. En caso contrario, la ofensa es grave. Tanto, que el ministro Albares debería exigir una rectificación, dejando claro que, en cuanto a grandeza, Sánchez será quince o veinte centímetros más alto que Macron y que, en cuanto a occidental, basta con mirar un mapa para comprobar que le aventaja en unos quinientos kilómetros.
De lo ocurrido ayer en China, también tiene importancia que Macron intentase involucrar a Xi Jinping en la solución diplomática de la guerra de Ucrania. Se trata de un esfuerzo europeo en el que Ursula Von der Leyen, también de visita en el país, parece adoptar el papel del poli peor mientras Macron recurre al 'charme'. «Sé que puedo contar con usted para hacer a Rusia entrar en razón», le dijo ayer al presidente chino, que quizá le preguntó si no tienen en París una plaza suficientemente amplia para solucionar con tanques lo de las manifestaciones por la reforma de la jubilación. Si algo no puede negársele a Macron es el tesón. Recuerden cómo intentó contener a Putin en las semanas anteriores a la invasión. Soportó desplantes y humillaciones. También que lo sentaran en la mesa aquella gigantesca. ¿Qué les pasa a los autócratas con el mobiliario? Ayer Xi Jinping sentó a Macron y Von der Leyen en una mesa que, al ser redonda, enorme y tener un jardín en medio, resultaba indistinguible de una rotonda.
Hay quien parece ver un atisbo de esperanza en que Xi Jinping hable al menos de esfuerzos conjuntos y soluciones razonables. Con su aspecto de encargado de la bolera del centro de ocio de temática tropical que no termina de cuajar a las afueras de Severodvinsk, el portavoz del Kremlin Peskov ha tardado un segundo en avisar de que no está cerca la solución en Ucrania porque «la situación es compleja». Lleva razón: se complejizó mucho todo cuando invadieron un país vecino y soberano. Pero quién sabe. La diplomacia es con frecuencia el papeleo que se firma cuando el país más fuerte considera que ya ha matado lo suficiente.
País Vasco
Operación huida
El último barómetro del CIS establece que seis de cada diez españoles no salen de vacaciones en Semana Santa. Con toda probabilidad, será por eso por lo que ayer los ciudadanos vascos se vieron atrapados en caravanas de veinte kilómetros en dirección a Cantabria, en retenciones que llegaron a ser de hasta treinta kilómetros en dirección a Burgos y con problemas también en dirección a Francia: hay quien, para llevarle la contraria al CIS, no solo se va de vacaciones sino que se va al exilio. Cierto que hubo algún que otro accidente y que la Itzulia complicó las cosas («¿Por qué hicieron esta mierda toda para abajo?», se preguntaba el otro día tras una etapa Rigoberto Urán, escalador colombiano e ídolo súbito), pero el factor determinante del colapso fue el instinto de huida que tan estudiado tienen los etólogos. La gente se larga de vacaciones en cuanto puede. Y es normal. Lo inexplicable, en el fondo, es que regresen.
Tráfico
Jabalíes
Uno de los episodios de la pandemia fue aquel en el que descubrimos que la naturaleza avanzaba si no salíamos de casa. Y que eso era bueno. Como lo sería, imagino, la extinción de la especie. Mientras trabajamos en ello, los accidentes de tráfico provocados por animales salvajes se disparan. En cinco años se han duplicado los que involucran jabalíes, unos bichos que pesan lo suficiente como para ocasionar desgracias. Un momento: si nos extinguimos por amor a los animales, la naturaleza, de aperitivo, se zampará a las mascotas. A ver si así.
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