El fango y los poderes
Cerdán se declara en el Supremo víctima de una persecución política y termina en prisión preventiva
Santos Cerdán durmió ayer en Soto del Real, que es la cárcel que la democracia española reserva para sus élites. La caída del exsecretario de ... Organización del PSOE ha sido veloz. Dieciocho días le han bastado para pasar de decirle en el Congreso a la oposición que lo de corrupto se lo repitiesen en la calle a decirle al compañero de litera, ojalá mientras sonaba una armónica en la galería, que él ha terminado preso porque «los poderes» y el fango no le perdonan haber negociado el Gobierno de coalición. Esa fue al parecer la línea de defensa de Cerdán: un mitin en el Supremo. Su abogado es de la CUP y participó en el juicio del 'procés'. Tal vez confíe este abogado en la amnistía por inercia y no haya reparado en el detalle clave: el facilitador de amnistías era precisamente su cliente. Los argumentos de Cerdán sonaron tan asombrosos y contraproducentes que podía uno imaginárselo practicando estos días la jugada maestra independentista: demostrarle a un juez que tú no has hecho nada diciéndole que lo volverás a hacer.
Por lo que fuera, antes que la persecución de los poderosos, el juez identificó en Cerdán, que era alguien bastante poderoso hace solo dieciocho días, el peligro de la destrucción de pruebas y los delitos de organización criminal, tráfico de influencias y cohecho. La mejor reacción a la prisión provisional del exsecretario de Organización del PSOE fue la de la vicesecretaria general del PSOE. «Estamos ante una persona que no tiene que ver con el PSOE», dijo María Jesús Montero.
A continuación, mostró confianza en la Justicia. También lo hizo el presidente del Gobierno. Ambos dejaron así claro que a Santos Cerdán los poderes ocultos y el fango, la fachosfera, los señores del puro y las grandes energéticas, Putin y el volcán de la Palma no le persiguen como al resto del partido. Si se fijan, la caída en desgracia es por este lado original. Llegada la hora del derrumbe en las estructuras turbias, hay quien sabe que se queda solo cuando alguien no se pone al teléfono o cuando la puerta de algún sitio se te cierra. Adonde el PSOE impidió ayer entrar a Santos Cerdán, y sucedió de un modo frío e implacable, fue al privilegio de recurrir a la conspiración judeomasónica.
Sin complejos
El foro sobre seguridad del Gobierno vasco se inauguró ayer con una invitación del lehendakari a debatir «sin complejos ni tabúes». Es como debería debatir siempre una sociedad madura. Y no es infrecuente que la política haga lo posible para que no suceda. Para abrir el debate, Pradales señaló un objetivo ambicioso: «Es innegociable que todos los ciudadanos puedan andar seguros por las calles de Euskadi». Parece una obviedad, pero la formulación entraña novedades. Hasta hace no mucho, lo que se nos decía era que los vascos ya andábamos seguros por la calle, ya que la inseguridad era solo una percepción. Ayer, sin embargo, el lehendakari aludió a la etimología para recordar que la seguridad tiene que ver también con la sensación de sentirse a salvo. El consejero de Seguridad enumeró el reverso de esa sensación: «Nos preocupan los hurtos, nos atemoriza sufrir una agresión, que nuestras hijas, mujeres y madres sufran una agresión sexual, que nos estafen a través del móvil…» Todo apunta a que el foro de seguridad va a tener tiempo para ocuparse a fondo de las soluciones. Lo digo porque queda un año de «proceso de reflexión estratégica» y el diagnóstico parece bastante claro desde el primer día.
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