Ducha ideológica
Un udaleku de Bernedo demuestra que la teoría de género es para el verano
Los tiempos son complicados para la infancia y a veces el niño te viene del campamento muy moreno y a veces te viene con estrés ... postraumático. Cuando le preguntas qué tal lo ha pasado, pone la mirada de las mil yardas y susurra cosas como 'niñes', 'identidades' y 'normativo'. Parece que les ha sucedido a algunos de los menores que este verano fueron a un udaleku en Bernedo en el que, entre otras cosas, obligaban a chicos y chicas adolescentes a ducharse juntos para evitar que nadie se sintiese «categorizade». Los monitores se duchaban con los menores, quizá porque la edad es otra categoría y, puestos a romper convenciones, mejor romperlas todas a la vez. El destrozo ha sido un éxito. Si otros años hubo quejas, este año hay niñas yéndose al psicólogo, padres viniéndose a los medios y un Ayuntamiento, el de Bernedo, que donde se ha ido, por si acaso, es a la Ertzaintza.
Peor que las duchas mixtas es una denuncia de acoso sexual ante la que las familias señalan la indiferencia de los monitores. Puede que no tuviesen tiempo de ocuparse al estar luchando desnudos contra la categorización en las duchas. Los padres miran a las instituciones porque, como cualquiera, dan por hecho que ejercen algún tipo de supervisión sobre las actividades de ocio y educativas que involucran a menores. En el caso de Bernedo, también a menores tutelados, que se diría necesitan unas vacaciones donde pasarlo bien con chicos y chicas de su edad antes que un campo de reeducación ultraideologizado en el que lo atávico combina con lo posmoderno y el monitor al que has visto en pelotas en la ducha organiza un juego consistente en que le chupes el dedo gordo del pie para conseguir la merienda.
Dejando a un lado que no debería llamarse 'gordo' a ningún dedo, sorprende que la infancia pueda estar entre nosotros tan protegida y tan expuesta, en este caso a delirios teóricos que no respetan cosas que sí son importantes como la juventud y el verano. El recuerdo, desde luego, no tiene pinta de ser fácil de asimilar: aquel agosto con mis amigos en el campamento, las estrellas en el cielo, la fogata crepitando, los monitores que no terminaban de vestirse y seguían con lo de Judith Butler, la subjetividad descentrada y la perfomatividad de género.
Rusia
Perturbaciones en Kaliningrado
Intento de perturbaciones en Kaliningrado. Parece el nombre de un grupo madrileño de los ochenta, pero es lo que sufrió ayer el avión en el que Margarita Robles volaba a la base lituana de Siauliai. Las perturbaciones se dirigían al GPS del avión, para anularlo, y no fue un hecho extraordinario, sino una especie de cortesía que la defensa aérea rusa dispensa a todo lo que se mueve por el cielo cerca de sus fronteras, también los aviones civiles. Ya en tierra firme, Robles vio cómo la ministra lituana de Defensa le pedía que los Eurofighter españoles pasen de identificar a las aeronaves que invaden el espacio aéreo europeo a derribarlas. El nuevo desafío ruso, la enésima provocación, llegó horas después de que el secretario general de la OTAN insistiese en que la alianza va a usar todos sus medios militares para defenderse. Y mientras en la ONU Zelenski lanzaba un mensaje alto y claro: Ucrania es solo el primer país atacado por Rusia, Putin va a ampliar las hostilidades y no hay más garantías de seguridad que las armas y los amigos. Maniobras preocupantes en el Báltico podría ser el nombre de otro grupo de la Movida, de uno de esos a los que ya se les ve por las pintas y las intenciones que solo tienen una opción: acabar mal.
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