Ajustar las cuentas
Tras la cumbre de la OTAN, Trump amenaza a España con aranceles que le hagan «pagar el doble»
La cumbre de la OTAN terminó con un acuerdo unánime y vinculante: todos los países miembros invertirán anualmente el 5% de su PIB en defensa. ... España firmó ese 5%, pero solo va a invertir el 2,1%. Y el secretario general de la OTAN aseguró que, en base a lo firmado, tendremos que invertir el 3,5%. Si se fijan, los porcentajes ya dependen de la ideología y son interpretables. Como todo. «Gana la OTAN y gana España», resumió Pedro Sánchez, que también ganó. A los cinco minutos Donald Trump estaba señalando a España como un país gorrón y aprovechado. «Vamos a hacer que pague el doble», amenazó el presidente de Estados Unidos, refiriéndose por supuesto a los aranceles y sin recordar aparentemente cómo funciona el comercio exterior europeo. «Voy a negociarlo yo personalmente», continuó amenazando. «Para que paguen lo que deben».
Al escuchar a Trump, el resto de países que no van a llegar a gastar el 5% del PIB en defensa ni de broma -la Italia de Meloni, por ejemplo- se alegrarían de haber optado por disimular. Su postura en la cumbre de la OTAN fue el equivalente diplomático de aquello que les decían los padres preocupados a los hijos que salían al mundo: «Tú sobre todo no llames la atención». La opción del Gobierno era sin embargo llamarla porque los estrategas lo apuestan todo a que la enésima resurrección de Pedro Sánchez tenga que ver con la resistencia a Trump.
El movimiento es tan descarado que hasta se imagina uno a los genios del Ala Oeste de Moncloa trazando conexiones frenéticas en una pizarra y pegando gritos: «¡Esto no falla! ¡En Canadá al partido de Trudeau le funcionó como un tiro!». Que el movimiento entrañe mucho peligro explica que ayer nuestro presidente evitase al estadounidense por todos los medios. Si quieren hacerse una idea del volumen de lo que viene, imaginen lo que ocurrirá cuando Trump necesite tuitear y se entere de que el Gobierno español tiene algún que otro problema con lo que el 'Telegraph' definía ayer en un titular como «prostitutas, una estrella del porno y un portero de discoteca». Si lo que quieren saber es cómo reaccionará la oposición a un movimiento que los sitúa con toda premeditación entre el abismo y el trumpismo, la respuesta es sencilla: equivocándose.
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