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El premio de economía es un atípico en el catálogo de los prestigiosos galardones otorgados por las Fundación Nobel desde 1901. En realidad, se instituyó ... en 1969 por el Banco Central de Suecia con motivo de los trescientos años de su fundación para engrosar la lista de distinciones de la Academia de Ciencias que no incluían la disciplina económica. Las contribuciones significativas de los nobeles de economía al progreso de la disciplina desde su inicio en 1969 se han venido refiriendo casi siempre a aspectos más mercantilistas o técnicos que sociales, con la excepción del concedido a Amartya Senn en 1998.
El Nobel 2019 de Economía representa un giro en la tradición, de gran interés conceptual. Sus ganadores han sido los profesores e investigadores Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer «por su enfoque experimental para aliviar la pobreza global». Los dos primeros son marido y mujer, de origen indio y francés, respectivamente, pero los tres ostentan la nacionalidad americana. La pareja hace el número seis en ganar un Nobel de manera conjunta. Duflo es la segunda mujer laureada con el premio sueco y también es la científica más joven de la lista de galardonados desde sus comienzos. Kremer es docente en la Universidad de Harvard y el matrimonio Duflo-Banerjee ejerce en el MIT, en ámbitos de la economía del desarrollo.
La novedad cualitativa de la distinción otorgada en 2019 es que se desmarca drásticamente de las materias técnicas tradicionales para premiar el análisis de una grave problemática social, como es la de la pobreza y de su alivio en el planeta. De ahí que la nominación haya merecido un cerrado aplauso por parte de aquellos sectores y personas dentro y fuera de la academia que consideran la existencia de la pobreza como uno de los grandes escándalos remanentes en el siglo XXI y al alivio de esta como un compromiso ineludible por parte de una disciplina como la económica, que no puede alinearse con la neutralidad o la indiferencia hacia los problemas éticos y sociales.
La Academia sueca subraya que «los laureados han desempeñado un papel decisivo en la remodelación de la investigación en el ámbito de la economía del desarrollo. Su investigación ya ha ayudado a aliviar la pobreza mundial y tiene un gran potencial para mejorar aún más la vida de las personas más pobres del planeta».
Aunque el progreso promovido por la globalización ha sacado de la trampa de la pobreza extrema a cerca de 2.000 millones de personas en los últimos 20 años, son aún cerca de 700 millones los que sobreviven en una inaceptable precariedad. Naciones Unidas ha liderado dos grandes ejes de acción contra la pobreza de carácter global. El primer eje fue trazado en las cumbres de Monterrey (2002) y Doha (2008) y se refiere a los grandes requerimientos exigibles para la financiación del desarrollo. En buena medida duermen el sueño de los justos. La segunda y más ambiciosa línea de acción de los líderes mundiales ha consistido en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) relevados en la actualidad por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015- 2030).
La trayectoria de los premiados en 2019, huyendo de recetas tradicionales, discurre por una vía microeconómica alternativa a las acciones de Naciones Unidas. Banerjee, Duflo y Kremer junto a colegas como Dean Karlan, John List o Sendhil Mullainathan se entregan al trabajo de campo e investigan con paciencia de orfebre el comportamiento de las familias, de los educadores, del microcrédito, la salud y otros aspectos críticos para la subsistencia, formulando relaciones causales en la economía que orienten aquellas acciones más globales.
«Nuestro objetivo -manifiesta Esther Duflo- es asegurarnos de que la lucha contra la pobreza se base en evidencia científica. A menudo los pobres se ven reducidos a caricaturas e incluso aquellos que intentan ayudarlos no entienden las raíces profundas de lo que los está haciendo pobres. Tratamos de abordar los problemas de la manera más científica posible».
Lo genérico -por ejemplo, volcar más dinero en ayudas- ya no funciona en unas economías subproductivas con múltiples deficiencias estructurales. Hay que aplicar recetas caso por caso, sector por sector, interpretando los límites del pobre y su pobreza. Los premiados lo hacen después de realizar un diagnóstico pionero y exhaustivo.
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