Neones fuera

Las preguntas se acumulan, claro. ¿El Gobierno de coalición no negocia las cosas previamente? ¿Y no estaba preparando el ministerio de Igualdad, o sea, el Gobierno, una magnífica ley de trata? ¿Es el Código Penal un buen lugar donde colocar manifiestos? ¿De verdad cree alguien que puede acabarse con la prostitución?

El paso dado ayer por el PSOE implica entre otras cosas el cierre para los locales, la multa para los clientes y la cárcel para los proxenetas. Haciendo del abolicionismo un dogma, los socialistas reivindican el liderazgo de la causa de la mujer justo cuando, casualidad, la ley del 'Solo sí es sí' de Podemos parece que al final sí. Dicho de otro modo: las feministas 'old school' de Carmen Calvo hurgan en la división que este asunto genera entre las feministas 'avant-garde' de Irene Montero. Más allá de que digo yo que, no ya todo el Gobierno, sino todo el arco parlamentario estará en contra de la explotación y la trata, en Podemos hay quien no defiende la prohibición de la prostitución, sino su regulación, de modo que se respete la voluntad de la mujer que decida ejercer el trabajo sexual. Como parece respetarse en el mismo caso, por ejemplo, la de un hombre homosexual, única comunidad a la que nuestra sociedad -es muy curioso- parece considerar realmente adulta y no necesita tutelar cuando se apaga la luz.

Yolanda Díaz ha registrado una asociación llamada 'Sumar' para iniciar al fin su proceso de escucha, pero pide «cautela» porque el nombre se está tramitando y eso al parecer entraña grandes peligros. Aun así, la vicepresidenta dijo ayer sentirse «cómoda con el verbo sumar». Ya se ha precipitado. ¿Ven como ese ímpetu no puede ser bueno? Sumar viene del latín 'summa', que significa conjunto, pero también señala a la cosa más alta, ya que está ahí detrás la raíz indoeuropea 'uper'. Y de 'uper' viene, no solo 'supremacía', 'superfluo' o 'sobrar', sino también 'soberano', lo que hace pensar en el rey emérito llegando a Sanxenxo o en un brandy heteropatriarcal que es cosa de hombres. Hay que volver a pararlo todo. Y abrir una fase de autocuidado etimológico antes de reabrir el proceso de escucha del que surgirá, si surge, el prólogo de la gestación del origen del frente amplio. A las elecciones de 2050 yo creo que llegamos.

No es raro que los presidentes de Estados Unidos tengan problemas en Dallas, y George W. Bush tuvo ayer allí el lapsus de su vida. Dando un discurso sobre los acontecimientos en el este de Europa, el expresidente definió como «absolutamente injustificada y brutal» la invasión de… Irak. Al instante, rectificó: «Ucrania, quiero decir». Y después bromeó, olvidando tal vez la edad del actual presidente: «De todos modos, tengo setenta y cinco años». Pero entre una cosa y otra, cabizbajo, Bush hizo algo más extraño, reconocerlo: «Irak también».