Misil y bogavante

Al final, te vas acostumbrando y medio lo entiendes: el momento es decisivo y las amenazas no tienen parangón, pero hay tiempo para que el presidente de Estados Unidos se traiga a las nietas y para que su mujer, tras una cena de gala en el Palacio Real, celebre una 'pool party' en la embajada. En la fiesta algún Carmona sacó la guitarra y hubo quien se arrancó entre una lista de invitados que incluía a Alejandro Sanz, Carlos Vives o Rozalén. Defcon 3, si me llega a preguntar a mí antes el servicio secreto. Fuerza aérea lista para desplegarse en cuanto Rozalén active a esa compañera suya que le traduce las letras al lenguaje de signos.

En realidad, la guerra nunca ha estado reñida con el gran mundo. A Wellington y a medio Estado Mayor prusiano les pilló Waterloo en medio del famoso baile de la duquesa de Richmond en Bruselas. Quizá por eso ahora de la carga de la diplomacia ligera se encargan los cónyuges de los líderes mundiales, que van a ver museos y cosas culturales mientras sus parejas trabajan en las reuniones estratégicas. El reverso distendido de esta cumbre de la OTAN lo conforman diecisiete primeras damas y dos primeros caballeros: el marido de la presidenta de Eslovaquia y el marido del presidente de Luxemburgo. Ayer posaron todos frente al 'Guernica' y estuvo bien: fue como si las potencias democráticas europeas llegasen ochenta y seis años tarde en auxilio de la República española. Por la tarde, ya en el Prado, «performance cultural» que «escenificó» la guerra en Ucrania, gazpacho de bogavante con verduras de verano y, en directo, la sinfónica de Kiev.

Hay en el Museo Diocesano de San Sebastián una exposición de Jorge Oteiza que, según la Fundación Jorge Oteiza, no contiene obras de Jorge Oteiza. «Su etapa más desconocida» garantiza la muestra, pero parece que puede ser más bien su etapa inexistente. Certifica la Fundación que ni una sola de las piezas expuestas está catalogada como obra del autor. Hay que recordar que Oteiza no es cualquier cosa, sino una de las cimas del arte vasco del siglo XX. También que el país tiende a tener unos problemas asombrosos con su patrimonio cultural en términos de autenticidad y custodia. A veces porque aparece en un yacimiento la cabeza romana de un dios y pasa a exponerse durante más de cuarenta años, no en un museo, sino en casa de un alto funcionario. A veces porque lo que aparece son unas ostracas del siglo III en las que está a punto de verse a Jesucristo echando unos bertsos en Getsemaní. Y agarra el timazo y cuela.

El AVE llega el 21 de julio a Burgos y confirma que la alta velocidad llegará al País Vasco cuando literalmente no quede otro remedio y mediante la técnica del achique de espacios. Como la opción de insistir con la fecha profética es inútil, habría que probar a hacer de la singularidad virtud y comenzar a vivir más lento, a baja velocidad, pero además presumiendo. Como los amish. Y que vengan los turistas a ver el espectáculo. Todo el mundo suave, tranquilo, muy despacio. Hasta los repartidores de Amazon, al trotecillo, en sus carromatos.