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La voz de las mujeres

La voz de las mujeres

Directora de Emakunde- Instituto vasco de la mujer ·

Es importante dar credibilidad a aquellas que sufren violencia porque el relato de su experiencia se convierte en modelo para otras que no se atreven a hablar

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Sábado, 25 de noviembre 2017, 00:51

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La sufren en persona, pero no por ello estamos ante un problema individual. La violencia contra las mujeres incumbe a toda la sociedad porque nace de la sociedad misma, se alimenta de sus valores predominantes, de sus inercias sociales, de sus estructuras de poder y de su orden de prioridades. La violencia que se ejerce contra las mujeres es, por tanto, una consecuencia del modelo de sociedad en que vivimos y, por ello, exige para su solución una transformación social: es necesario construir un caldo de cultivo igualitario en el que las mujeres puedan ejercer libremente sus derechos y su ciudadanía, sin miedos ni limitaciones; es necesaria una actitud activa de toda la ciudadanía; y es también imprescindible dar voz y legitimidad a las mujeres que han sufrido violencia por el hecho de ser mujeres.

Desgraciadamente, el cuestionamiento de las mujeres víctimas de violencia es un tema de actualidad. El juicio contra los hombres acusados de violar en grupo a una joven en San Fermines ha retratado con gran nitidez el carácter estructural de la violencia contra las mujeres. Cuestionar a la víctima o incluso responsabilizarla de la violencia sufrida supone, además de una doble victimización, un reflejo simbólico, casi una caricatura social, de la posición de mujeres y hombres en nuestra sociedad y de las relaciones de poder que condicionan nuestras vidas.

Dar voz, credibilidad y legitimidad a las mujeres en los casos de violencia machista es un gran reto aún pendiente en gran medida porque en nuestra sociedad todavía planea sobre las mujeres la exigencia de demostrar primero su inocencia antes de reprochar nada al agresor. Y esta exigencia pasa por hacer ver que no ha transgredido los roles y los mandatos sociales que esta sociedad le ha ido inculcando desde niña. Una víctima de una violación, por ejemplo, tendrá que demostrar que no se encontraba en un lugar no adecuado, a una hora no adecuada o que no quería divertirse esa noche. Se traslada así muchas veces la responsabilidad a la posible víctima, dejándose muy a menudo en un segundo plano las advertencias a los posibles agresores.

Cada vez son más las mujeres que abandonan su silencio frente esta vulneración de derechos humanos. Cada vez son más, aunque los casos que conocemos son la punta de un gran iceberg. Por eso es tan importante dar credibilidad a las mujeres que han sufrido violencia, darles voz, porque el relato de su experiencia se convierte en modelo para otras mujeres que no se atreven a hablar, o que no se han atrevido hasta hoy. Asumir que se es víctima de violencia, pedir ayuda y finalmente superarlo, es un proceso largo y complicado, que requiere el apoyo y el arrope de toda la sociedad. Poniendo en duda su relato, ¿qué mensaje estamos mandando a las mujeres que aún no han dado ese paso?

Desde Emakunde hemos realizado en el último año y medio un intenso trabajo con algunas supervivientes de la violencia contra las mujeres con el objetivo de tratar de reparar su daño y ayudar a otras que puedan estar en situaciones similares, y en ese proceso las hemos descubierto como poderosas agentes de cambio. El fruto se recoge en el documental ‘Volar’ en el que aparecen testimonios de nueve mujeres solidarias y valientes que han sobrevivido a la violencia. Es una manera de dar voz y protagonismo tanto a las mujeres víctimas de violencia como a las asociaciones en las que se agrupan, y reconocer su legitimidad para proponer vías para la reparación, tan necesaria.

Además de su reconocimiento, sin duda, son muchos los desafíos a los que nos enfrentamos. Los marcados en la hoja de ruta de la igualdad de nuestro país se corresponden completamente con las prioridades europeas: prevención, sensibilización, impulso de la coordinación entre instituciones, acción judicial contra los agresores, así como protección y apoyo a las víctimas son ámbitos en los que trabajamos, en línea con el llamado ‘Convenio de Estambul’, que establece que el enfoque de género es el pilar sobre el que debe articularse la respuesta.

Pero hoy, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, además de a los retos, quiero mirar al trabajo que tantas personas realizan diariamente con el objetivo de lograr una sociedad libre de violencia contra las mujeres. Creo que el de hoy es un día de denuncia pero, también, de reconocimientos. Quiero, por tanto, reconocer, la valentía de tantas mujeres que han roto su silencio y la de otras muchas que están buscando la manera de hacerlo, así como la labor de las asociaciones que las arropan sin cuestionarlas; el esfuerzo de tantas y tantos profesionales que desde diferentes ámbitos se han formado en igualdad para atender de la mejor manera posible a las mujeres víctimas de violencia contribuyendo a su empoderamiento; la actitud activa de gran parte de la ciudadanía; la convicción de las personas con alguna responsabilidad educadora que enseñan a las nuevas generaciones a vivir en igualdad, así como la de los hombres que deciden no ser cómplices del machismo… En definitiva, es necesario reconocer a todas las personas que trabajan diariamente desde diferentes ámbitos para construir una sociedad libre de violencia contra las mujeres. Eskerrik asko. Sois la muestra de que este es un reto compartido.

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