Grave despropósito
Editorial ·
La jactancia electoralista de Sánchez al atribuirse poderes que son propios de fiscales y jueces daña la imagen de nuestro Estado de DerechoEL CORREO
Jueves, 7 de noviembre 2019, 01:14
Pedro Sánchez intentó ayer justificar una promesa desafortunada en el debate del lunes -«traer a Carles Puigdemont a España»- mediante una declaración imperdonable para quien ... encarna uno de los tres poderes del Estado. El presidente en funciones insinuó que la Fiscalía depende del Gobierno y que este se encuentra detrás de todas las acciones para conseguir su extradición del prófugo por parte de las Justicia belga. Cuando quiso rectificar con la tardía y poco consistente explicación de que en realidad quería mostrar su apoyo al Ministerio Público, el daño estaba hec ho. Cabría pensar que sus palabras del lunes y de ayer a la mañana obedecieron a un desliz inercial. Pero lo ocurrido invita a interpretar la literalidad de sus frases como expresión de una presunción deliberada: la réplica a acusaciones de pasividad ante posibles vulneraciones de la legalidad en Cataluña. Los pronunciamientos de Sánchez tergiversaron el funcionamiento real de nuestro Estado de Derecho, como ayer denunciaron las tres asociaciones representativas de los fiscales. Ni el Gobierno puede «traer a Puigdemont» ni la jactancia de supervisar a la Fiscalía tiene cabida en la Constitución. Que el Poder Ejecutivo tenga la potestad de nombrar al fiscal general en ningún caso significa que pueda instruir a su titular; mucho menos, para ordenar la adopción de tal o cual iniciativa en concreto.
La discusión partidaria sobre las medidas institucionales a adoptar ante la crisis catalana no debe convertirse en una suerte de competición al margen del marco constitucional, de la jurisprudencia del Tribunal Supremo y de las resoluciones del Tribunal Constitucional y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. El candidato socialista ha incurrido en un doble error, independientemente de los efectos electorales que acarree su pretenciosidad gubernativa. Por una parte, da argumentos a quienes -y no sólo desde el secesionismo catalán- tratan de presentar nuestro sistema de libertades como una democracia de muy baja calidad, en la que jueces y tribunales obedecerían al dictado del poder político. Eso que los responsables de la Generalitat tildan de «sistema represivo». Por otra, concede a quienes serían objeto de las 'requisitorias' de Sánchez -autoexiliados en otros países de la UE- una baza que podría resultar definitiva para su defensa ante las respectivas instancias judiciales. Que Reino Unido considerase ayer «desproporcionada» la orden de detención contra la exconsejera de Educación Clara Ponsatí da cuenta del flaco favor que las palabras del presidente en funciones han hecho a sus pretendidos propósitos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión