Los frenos
Acabo de ver una foto de un búnker subterráneo con piscina. Y, junto a la piscina, había una mesa de jardín con sombrilla. Otra imagen ... que ilustra el mundo en el que vivimos. Me gustaría saber el número de fotos y vídeos que pasan a diario por mis ojos. Prescindibles y redundantes en un 99,99% de los casos. Tengo móvil, tablet y ordenador. Cuando me canso del móvil, me paso al ordenador. Y cuando me tumbo en el sofá cojo la tablet. Además estoy viendo tres series a la vez. Una por la mañana, otra por la tarde y otra por la noche. Puedo estar viendo una película y a la vez mirando la tablet. Mi mujer y mi hija también lo hacen. A veces estamos los tres en el sofá viendo la serie que seguimos juntos después de cenar sin que eso nos impida estar a la vez mirando cada uno nuestra pequeña pantalla personal. La noticia era que en EE UU ha aumentado la demanda de búnkeres privados de lujo por el Covid-19.
Me pregunto qué clase de persona hay que ser para comprarse un búnker. Para empezar hay que ser rico. Y también un poco estúpido, supongo. La estupidez es otra de las cosas que se disparan en los malos momentos. En EE UU, por ejemplo, hubo gente que bebió lejía o desinfectante pensando que así combatirían al virus. Todos eran votantes de Trump, gente que cree que lo que dice Trump está inspirado por Dios. Y al parecer Trump les aconsejó que lo hicieran. Días después se retractó. A veces me pregunto si tenemos remedio como especie. Pero supongo que no, claro. ¿Remedio? Para eso tendríamos que retroceder. Y el ser humano no puede retroceder. Ni siquiera frenar. Puede que seamos conscientes de que habría que frenar, pero no tenemos frenos.
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