Emergencia educativa
Sin una hoja de ruta consensuada por toda la comunidad, volveremos a encontrarnos con unos centros abiertos y otros cerrados como en mayo
El verano acaba con la vuelta al cole. Y el día que se vuelve a activar la emergencia sanitaria en Euskadi se desconoce en qué ... circunstancias se va a producir el regreso de niñas y niños a las aulas. Las escuelas y los padres se quejan de la falta de una información clara. Los sindicatos y la patronal coinciden en su petición de un plan detallado por parte de las autoridades educativas. Se reconoce la incertidumbre y que no habrá ninguna solución óptima. No es un problema de Euskadi. Ha sido un problema que se arrastra en todo el territorio español en el que las escuelas y el derecho a la educación no entraron dentro de los sectores esenciales cuya actividad presencial había que preservar por todos los medios. El debate ahora no gira en si abrir o dejar cerradas las escuelas. El debate está en cómo abrirlas para garantizar la seguridad de alumnos y profesorado y cómo no tener que cerrarlas cuando se detecten positivos dentro de la comunidad escolar.
Todos coinciden en que se necesitan recursos para reforzar las plantillas que tendrán que trabajar con una menor ratio de profesor-alumno para cumplir con el distanciamiento social al que nos obliga la presencia continuada del coronavirus. Todos saben que esos recursos no van a estar disponibles en septiembre. Y esta certeza no augura nada tranquilizador sobre el consenso necesario para que se restablezcan las clases con normalidad.
Como vimos en la anterior emergencia sanitaria y en el estado de alarma, el mando único no sirve para romper la autonomía de cada centro. En mayo, cuando la desescalada llevó el nivel de contagios en Euskadi a menos de 50 casos al día, el Departamento vasco de Educación fijó la vuelta a las clases presenciales de determinados cursos, dando libertad a los centros para decidir si retomaban ese tipo de docencia y estableciendo una serie de medidas de prevención para evitar el contagio del coronavirus. La reacción de los centros y los padres no fue positiva y la mayoría rechazó la vuelta a la presencialidad propuesta por el Gobierno vasco. Es importante este precedente para saber que, si la hoja de ruta no es consensuada por la comunidad educativa, es muy probable que nos encontremos con centros abiertos y otros cerrados si la segunda ola del coronavirus sigue golpeando con fuerza Euskadi en las primeras semanas de septiembre. Y los más perjudicados serán como siempre los hijos de las familias más vulnerables y los que necesitan la presencialidad de la escuela para reducir la desigualdad de oportunidades de cuna.
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