ERC llevó ayer al Congreso de los Diputados la campaña electoral del 14-F. Lo hizo a través de una iniciativa que insta al Gobierno ... a reunirse en una «mesa de diálogo y negociación bilateral» con la Generalitat que surja de las urnas en cuanto sea nombrado un nuevo 'president' con el objetivo de «avanzar de manera decidida en la resolución del conflicto político existente» entre Cataluña y España. La moción de Esquerra fue defendida en pro de la amnistía y la autodeterminación. El PSOE y Unidas Podemos hicieron hincapié en la necesidad de recuperar el diálogo al confirmar que la apoyarán en la votación de mañana. El candidato socialista añadió dos apostillas: que la temática a abordar sean los 44 puntos de la «agenda para el reencuentro» que Pedro Sánchez propuso a Quim Torra hace un año y que paralelamente se constituya una mesa de diálogo entre los partidos catalanes.
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Salvo sorpresa de última hora, ERC conseguirá, por tanto, que se consagre como resolución de las Cortes Generales la supuesta existencia de un «conflicto político» entre una comunidad autónoma y el Estado al que pertenece. El texto da a entender a quien así lo quiera interpretar que Cataluña no formaría parte de España y que ambas partes serían monolíticas a efectos de la disputa que mantendrían. Esa es la versión posibilista del independentismo catalán. Una plataforma que incomoda sobremanera a Junts porque concede capacidad de interlocución a ERC a cambio de una renuncia implícita a la unilateralidad para que el secesionismo se recicle en la bilateralidad. Pero la moción que aprobará el Congreso representa también el punto de inflexión del 'efecto Illa' al dejar al exministro de Sanidad y al PSC en una posición secundaria de cara al 14-F. Puesto que tras ese escrutinio deberá constituirse un Gobierno capaz de emprender una negociación de tú a tú entre Cataluña y el Estado español, resulta más fácil hacer campaña para atraer hacia ERC una parte significativa del independentismo desorientado que para dar verosimilitud a las opciones del PSC en el liderazgo de una incierta Generalitat transversal.
Visto desde otro ángulo, la legislatura de Pedro Sánchez necesita de ERC porque ya tiene los votos del PSC. Aunque diez años de temeridad independentista y de desconcierto constitucionalista exigen que todos los aspirantes al 14-F muestren con mayor claridad qué quieren hacer después de esa fecha.
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