Una medida arriesgada
Editorial ·
Es imposible predecir cuál será el efecto de rebajar a siete días las cuarentenas cuando cada jornada se incrementan los contagiosel correo
Jueves, 30 de diciembre 2021, 00:04
La decisión del Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas de reducir a siete días el período de aislamiento de los positivos con síntomas leves ... puede tener una justificación epidemiológica, avalada por la Comisión de Salud Pública. Aunque la OMS no se mostró ayer entusiasmada con la idea. Lo que resulta más discutible es que se cambie de criterio cuando no se ha llegado al pico de la sexta ola, y en medio de las celebraciones navideñas. Con lo que, frente a las medidas restrictivas, se estaría enviando un mensaje de relajación a las personas infectadas y a su entorno. El protocolo de diez días se estableció para asegurar que, con excepciones, la carga viral se rebajase hasta impedir la transmisión comunitaria. Distintos virólogos se han pronunciado incluso a favor de limitar el aislamiento a cinco días, y así lo ha determinado EE UU. Pero es imposible predecir el efecto de la medida cuando se incrementan los casos jornada a jornada. Si la persona contagiada ha de evaluar si tiene síntomas leves para poder salir del aislamiento, es lógico que tienda a sentirse asintomático o trivialice el malestar ante la Nochevieja, Reyes o cualquier plan vacacional. Tratando de alentar la actividad social y económica se corre el riesgo de que enero ofrezca un panorama aun más aciago del pronosticado hasta ahora, con el propio Gobierno intentando prever dificultades para el reinicio del curso académico.
Pedro Sánchez afirmó ayer, en su balance del año, que la covid no ha frenado sino acelerado la modernización de España. Se trata de una consideración muy osada, dado que la pandemia ha ahondado las brechas de la desigualdad, la reactivación parte del gran bache del pasado año y la transformación del modelo productivo depende de la gestión efectiva de los fondos europeos. Y, sobre todo, la sexta ola continúa entre nosotros sin que nadie pueda garantizar que no le suceda una séptima. Aunque la gran capacidad infectiva de ómicron empiece a verse como una eventual oportunidad para la inmunización de las sociedades desarrolladas al converger con las vacunas, está causando efectos muy adversos sobre la salud de millones de personas; bien directamente, bien a través de la presión que ejerce sobre el sistema sanitario de cada país. Resulta más que precipitado dar por descontado que ómicron es la variante definitiva que convertirá el SARS-CoV-2 en una compañía endógena de las poblaciones humanas en 2022.
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