Lo que está en juego el 13-F
Editorial ·
La táctica electoral no debe comprometer nunca la estrategia política de fondo y menos suplantar esta última con presunciones voluntaristasel correo
Martes, 8 de febrero 2022, 00:03
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, disolvió las Cortes de su comunidad y convocó las elecciones del próximo domingo ... acusando de deslealtad a sus socios de Ciudadanos. Pero pareció que el adelanto electoral atendía a la necesidad del PP de Casado de dar inicio al nuevo ciclo electoral con un resultado autonómico ventajoso. Para lo que necesitaría mejorar de manera ostensible los resultados de 2019. Supuesto ya comprometido el 20 de diciembre y que lo es más a medida que trascurren la precampaña y la campaña. Al pulso incierto entre populares y socialistas, y entre los primeros con Vox y los segundos con Unidas Podemos, se suma el ascenso demoscópico de las candidaturas provinciales que reivindican la España vaciada.
Cuando el bipartidismo imperfecto parecía recuperarse, Castilla y León podría atomizar de nuevo la representación partidista. La aspiración de una mayoría absoluta para el PP resulta poco menos que inalcanzable. Hasta el punto de que los de Pablo Casado tienden a conformarse con un recuento electoral digno. El adelanto de los comicios generó expectativas que los populares no pueden eludir ante la cita del domingo. Una apuesta difícil de ganar solo a cuenta de las desafortunadas declaraciones del ministro Garzón sobre la producción ganadera, de la denuncia de una gestión opaca de los fondos europeos por parte del Gobierno, o exigiendo revertir la equivocación del diputado Alberto Casero al votar sobre la reforma laboral. La táctica electoral no debe poner en riesgo nunca la estrategia política de fondo, y menos suplantar esta última con presunciones voluntaristas.
Pablo Casado se juega mucho el 13-F, mientras que Pedro Sánchez se muestra en condiciones de agotar la legislatura porque ninguno de sus socios está realmente interesado en acortarla. Los síntomas de debilidad y falta de cohesión del Gobierno de coalición y del bloque de la investidura, tan manifiestos en la tramitación de la reforma laboral, no cuentan al otro lado del arco parlamentario con una alternativa solvente en sus propósitos programáticos y segura de sus posibilidades. Casado lleva semanas tratando de cerrar el paso a Vox mediante la exageración de sus críticas al Gobierno. Olvidándose de que con ello da carta de naturaleza al discurso de la derecha radical y activa una fácil respuesta de las izquierdas junto a la movilización de sus potenciales electores.
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