La industria del futuro

Iñigo Urkullu incidió en ello al subrayar que Euskadi es «el tercer productor de Europa y el noveno del mundo» de máquina-herramienta, «el ADN de la industria vasca», lo que le llevó a enfatizar que «somos un país con capacidad y potencial». Tanto la facturación como la cartera de pedidos se han recuperado con entereza tras los embates del covid en un sector que es sinónimo de vanguardia tecnológica y de una decidida apuesta por la innovación. La transición energética y la profunda transformación a la que se enfrenta el modelo productivo le abren esperanzadoras expectativas, aunque corre el riesgo de que la incertidumbre económica desatada por la guerra en Ucrania y sus efectos colaterales demore decisiones de inversión de una parte de sus clientes.

Euskadi, una tradicional referencia en ese ámbito, tiene ante sí el desafío de conservar e incluso reforzar su peso en él en medio de un imparable proceso hacia la fabricación avanzada en sus diversas vertientes. Aún más: en ese contexto no solo se trata de que la máquina-herramienta, que exporta el 90% de su producción, sea capaz de conservar su competitividad y su contribución a la riqueza, sino de que también lo hagan las empresas vascas en su conjunto mediante una modernización acorde a las cambiantes exigencias de los mercados en los que se mueven. La Bienal ofrece una magnífica oportunidad para asomarse a las posibilidades de negocio que constituye la industria de un futuro que ya es casi presente y para confirmar la importancia que conserva el trato directo en un sector en el que la confianza es esencial.