El régimen castrista que sigue monopolizando el poder en Cuba después de Castro no se limita a tratar de perpetuarse sobre sus propias bases sociales, ... sino que necesita liquidar toda contestación a la dictadura. El Gobierno de Miguel Díaz-Canel no ha mostrado signo alguno de apertura hacia los cubanos que reclaman más libertad, sino que esta es negada de forma implacable allá donde se expresa sin el plácet oficial. La confesión pública de Yunior García, el líder de la plataforma opositora Archipiélago que había anunciado que se manifestaría en solitario para evitar que la movilización del pasado día 15 acabase en una redada masiva, lo dice todo sobre lo que pasa en la isla. El opositor recién llegado a España ha admitido haberse «quebrado» con el asedio al que fue sometido en su propio domicilio y ha reconocido que no se esperaba tal situación. Había solicitado un visado para entrar en nuestro país ante el temor de acabar encarcelado. Pero fue el acoso sufrido tras su propósito de marchar sin nadie más 'Por el cambio' lo que le impulsó a abandonar Cuba.
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La salida de Yunior García de Cuba es interpretada por el régimen como el triunfo de un poder capaz de dejar en evidencia la debilidad de sus opositores. Pero en realidad el Ejecutivo de Díaz-Canel demuestra así que una detención con 'habeas corpus' puede ser más llevadera que el cerco al hogar propio orquestado por fuerzas de la seguridad con el concurso de vecinos adeptos a la dictadura comunista. Es cierto que Yunior García debería dar más cuenta de las circunstancias de su viaje y de sus planes de futuro. Entre otras razones, porque la tiranía a la que se enfrenta se está jactando de su huida para desconcertar a todos los cubanos favorables al cambio ya. Pero en cualquier caso los gobiernos democráticos, la UE y España no pueden hacer suyo el relato que pretende extender el castrismo en cuanto a que lo ocurrido se reduce a una peripecia personal y poco más, a una falta de entendimiento puntual dentro de Cuba que habría terminado con la voluntaria salida del responsable de la plataforma Archipiélago.
El mundo democrático no puede requerir la existencia de una oposición sólida y estable frente al régimen de la isla para considerarlo dictatorial. Precisamente cuando el totalitarismo necesita aniquilar toda impugnación interna para hacerse valer ante los gobiernos más proclives a admitir su legitimidad.
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