La radiografía sobre los hogares de Euskadi presentada ayer confirma un cambio de tendencia que se venía apuntando en otras sociedades del norte de Europa: ... el modelo de familia tradicional ha entrado en crisis. Por primera vez, hay más vascos que viven solos que acompañados por hijos o la pareja, un fenómeno que, si se acentúa, obligará a repensar el diseño inmobiliario para no consumir superficies innecesarias. El ascenso de las viviendas unipersonales hasta las 290.000 obecede a varias causas, entre ellas, a la acusada caída de la natalidad, solo compensada por las mejores tasas que aportan los nuevos vascos incorporados desde la inmigración, y «el aumento de divorcios», según los autores de la encuesta. También parece probable que el frenético ritmo de vida y las exigencias del mercado de trabajo hayan contribuido al cambio de modelo. Solo así se explicaría que un 12% de los entrevistados confiese que tiene menos hijos de los que quiere. El trabajo refleja el impacto de la soledad, ya que la mitad de las personas que han decidido vivir sin compañía tiene 65 o más años. Si no fuera deseada, crecen los motivos de preocupación por el riesgo de aislamiento y desamparo.
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