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El despido del 40% de la plantilla de Bridgestone en Basauri ha encendido todas las alarmas en la automoción de Euskadi. El doloroso «reajuste» anunciado ... ayer por la empresa de neumáticos es el último síntoma de un sector en crisis, debilitado por el acelerón del mercado chino y la ofensiva arancelaria de Donald Trump a las importaciones de automóviles, que entraría hoy en vigor. Pero también por las carencias propias de una actividad esencial para la industria vasca que no acaba de adaptarse a la necesaria transición energética sin perder competitividad. Al complejo equilibrio entre el recorte de emisiones contaminantes y el mantenimiento de la combustión fósil sobre la que aún circula buena parte de la economía mundial. Hasta el punto de que las declaraciones a este periódico del consejero delegado de Repsol han resultado premonitorias. «Alguien tiene que explicar por qué está en juego el empleo en el sector del automóvil», advertía Josu Jon Imaz en una entrevista publicada el domingo, partidario de «repensar» el tránsito a la electrificación.
La propia dirección de la empresa de Basauri justifica su traumática medida en que los «cambios regulatorios» y el auge de los fabricantes no europeos «hacen necesario un ajuste de la capacidad productiva para poder competir en un entorno cada vez más exigente». Es una nueva señal de alerta en un sector que necesita mayores fortalezas para resistir las embestidas de otros mercados y los fuertes riesgos del exterior. Por eso sería obligada una estrategia común con el mayor respaldo posible para mejorar la competitividad de una actividad que mantiene 40.000 empleos en Euskadi. Y garantizar las coberturas a los 335 trabajadores afectados por los despidos, una medida «desproporcionada», según los sindicatos.
El pinchazo en Basauri refleja el alcance de los problemas en la industria vasca hasta elevar a casi 8.000 la cifra de trabajadores en expedientes de regulación, con especial impacto en la automoción. Mercedes reducirá este año la producción de furgonetas en su planta de Vitoria, en un recorte que afectará a Gestamp de Abadiño, con 700 empleados. Mientras, Michelin, el gigante de las ruedas en el País Vasco, tiene la menor carga de trabajo en los últimos veinte años. El Gobierno vasco ha decidido apoyar con firmeza al sector, con un plan 'renove' dotado con 5 millones que arrancó ayer con fuerza. Pero que parece insuficiente para las curvas que se avecinan.
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