En la campaña que le devolvió al poder, Donald Trump prometió terminar con la corrupción, lo que hasta para sus seguidores más entregados incluía esclarecer ... el 'caso Epstein'. De nuevo en la Casa Blanca, ha desatendido las peticiones para concretar su relación con el millonario pedófilo y permitir que se conociera el alcance de su red de tráfico sexual. El legado patrimonial del delincuente fallecido incluye 23.000 documentos que la Cámara de Representantes obtuvo por vía judicial pero estaban bloqueados por la paralización del Legislativo, aún más larga que la del Gobierno federal. La necesidad de celebrar sesión para reabrir la Administración favoreció que legisladores demócratas publicaran ayer tres mensajes de Epstein. Uno alude a una víctima, posiblemente una menor, que «pasó horas en mi casa» con Trump; un segundo correo indica que el mandatario «sabía de las chicas porque ordenó que parara» a Ghislaine Maxwell, la 'conseguidora' de la trama que ahora disfruta de trato de favor en la cárcel. El presidente afronta ya la máxima exigencia para publicar todos los archivos. Con el recuerdo de que a Richard Nixon no lo tumbaron sus crímenes, sino el encubrimiento.
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